Capítulo 3

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Ya estaba enfrente de la puerta de mi casa cuando de cruza el moreno de la clase de al lado que me trae loca.

-Hola preciosa, pareces un ángel en las fotos de tu Facebook y, en efecto, si que lo eres.

Me derretí, pero no demasiado ya que me habían contado que tiene muchísima experiencia con las mujeres. Así que, decidí entrar en su juego

-Crees que soy un ángel? Tú crees? La persona que tengo delante, si se mira en el reflejo del agua, se dará cuenta que está la purificando sólo con sus ojos.

Y como para no; enmudeció; pero con una sonrisa torcida que me encanta. Había conseguido que el chico que me trae loca enmudeciera y es algo que me alegra muchísimo.

-Lo que tu digas preciosa, espero volver a verte; pareces simpática.

Dicho esto, se fue. Intenté sostenerme al abrir la puerta, pero cuando me encontré con el sillón del recibidor, me hundí en él y suspiré profundamente.

¡Me quiere volver a ver! Por el momento no se lo diré a nadie, quiero asegurarme de si verdad está interesado en mí.

Me salté la comida porque estaba todavía digeriendo esas mariposas en el estómago y me fui al despacho de mi madre a estudiar biología.

Tengo que admitir que me encanta la soledad y que últimamente estoy bastante tranquila ya que mi padre está en París desfilando y mi madre está en un "viaje de negocios"

Digo "viaje de negocios" porque bueno, algo trabaja, pero como le sobra tanto tiempo, se pasa los días de turismo, compra y fiesta. Y después dicen que tenemos que salir menos y estudiar más...

De repente me acordé de lo ocurrido en la confitería. Para empezar, está claro que lo mío no es normal. Soy muy joven para tener alucinaciones y tampoco estoy loca. Hablo normal. Pienso. Respiro. Está claro que lo mío lo tengo que solucionar yo, puesto que no creo que nadie más padezca lo mismo y me tomarían por loca los médicos y psiquiatras.

Fui a la cocina y me comí unas galletas mientras lloraba por la rabia de tener algo que no sabes que es. Lloraba por la confusión; si Dios me odia, ¿Por qué no evitó mi nacimiento y así evitar este terrible castigo? Nunca supe ni sabré que hice mal.

Justo en ese instante, llamaron a la puerta y me sobresalté.

-¿Quien es?-Pregunté entre sollozos

-Soy Kev. ¿Estás bien?

Abrí la puerta esperanzada y le abrazé con fuerza.

-Estoy fatal. Creo que estoy hundida, en una depresión.

-Tranquila, sabes que te puedo ayudar.

-Por supuesto que lo sé-sonreí

Se sentó a mi lado, apoyó los codos en la mesa y, sonriendo, me mostró un folleto.

-Yo ya acabé el Instituto hace un año y sabes que busco piso. He encontrado uno, pero está muy lejos de aquí, a casi 7.000 kilómetros. Es una casa de dos plantas y dos habitaciones con lo que necesito un compañero.

¿Qué? ¿Kev me ofrece vivir con él? Está claro que tiene lógica ya que cuando empieze a la Universidad debo estar cerca de ella.

-Kev, me parece estupendo pero sabes mi problema y no quiero perjudicarte

-Aparte de esto, estoy aquí para decirte que en esta casa estaremos alejados de la ciudad y podremos estudiar más a fondo tu problema. Tan solo confía en mi.

-Me lo tendré que pensar, pero no te rechazo la oferta, seguro que al final me voy contigo.

-Si te vinieras conmigo, nos iríamos antes de tu fiesta, lo siento.

Tampoco es que me pusiera triste, ya que estaba en un modo en el que no me apetecía montar ninguna fiesta

-No pasa nada. Te llamaré mañana, entonces ya tendré la opinión de mi madre.

-Entonces, hasta luego Jullie.

Me dedicó una sonrisa y salió por la puerta. Adoro a Kevin. Es el mejor amigo del mundo.

Llamo a mi madre y por suerte me lo coge

-Mamá! Kevin me ha ofrecido vivir con el para estar más cerca de la Universidad, y te llamaba para saber tu opinión

Desde el otro lado del teléfono se le notaba la euforia que sentía

-Por supuesto que puedes, cariño. Es un sueño poder vivir con alguien con quien te lo pasas bien y poder vivir independientemente.

-Muchas gracias mamá. Por cierto, la fiesta de graduación es dentro de un mes y tengo que conseguir un vestido. Necesito dinero.

-No te preocupes. No tengo mucho dinero ahí en casa, pero te puedo prestar el vestido que yo me puse en mi graduación. Es púrpura y con toques de plata por el extremo del vestido. Me encantaría que te lo pusieras y te quedaría divino.

- Si es lo que quieres, me lo pondré.

-Estupendo cariño. Tengo que colgar. Te quiero mucho.

-Yo también mamá, cuídate.

Y colgó.

Fui directa a su habitación. Esto de estar sola en casa me permite entrar en todas las habitaciones que quiera. Mi hermano se fue de viaje de estudios con su clase a Barcelona con lo que tampoco tendré que hacer de canguro.

Saqué del armario el vestido azul. Me lo probé con cuidado pero como no heredé la delantera de mi madre, me quedaba un poco ancho, aunque lo solucioné con un cinturón a juego.

Me calzé mis tacones plateados y me hice un moño grande y repeinado.

Este sería el conjunto perfecto para la graduación y por una vez en mi vida parecía guapa.

Fueron pasando las horas y yo seguía con el vestido para acostumbrarme a el. Leí un libro mientras tanto hasta que volvieron a picar a la puerta. Abrí y me encontré otra vez enfrente de el maravilloso chico de la otra clase.

-Guau, estás muy guapa.

-Gracias-susurré

Se hizo un silencio incómodo pero después el recuperó la voz y me habló con su perfecta voz.

-Venia para decirte que me llamó Greg, fui muy maleducado al no decírtelo. Como te llamas tú?

-Me llamo Jullie-no podía ni mirarle

-Encantado, Jullie. Me han dicho que te vas a mudar muy lejos de aquí. Es cierto?

Oh, no. Como se habrá enterado?

-Si que es cierto pero, quien te lo ha dicho?

-Pasaba por aquí y os oí a ti y a un chico. Hacéis muy buena pareja, por cierto

-Ah,no. Es sólo un amigo.

Se le notaba el alivio al respirar.

-Iré al grano. Quieres que te recoja el día de la graduación?

Guao. Casi me desmayo.

Luces de muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora