Capitulo 8

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Flashback de Salvador alias el 57.

Salvador era respetado y temido en su barrio. Barba estilizada, coches del año, rodeado siempre de mujeres hermosas, un cholo como se le conoce en la jerga callejera, risueño y elegante, pero que no claudicaba un segundo en bajar a alguien si un compa lo necesitaba. En la colonia del Sur de la ciudad de Guasave era alguien.

Apasionado de películas de narco, como denotan sus camisas alusivas a la película Scarface, creció con el mito del padre, traficante de armas muerto asesinado cuando él estaba chico, hacia el cual tiene una admiración rayana en adoración. Su adolescencia la paso entre fiestas de reggaetón, riñas, pequeños hurtos, consumo y venta de droga al igual que muchos jóvenes que nacen en zonas marginales de la ciudad, donde las oportunidades para sobresalir escasean y las necesidades son el pan de todos los días.

Pero su éxito no paso inobservado. "O estas con nosotros o si no, no trabajas", le dijeron un día los jefecillos que controlan la venta de cocaína en la colonia por parte del extinto Cartel de Sinaloa (ahora los ántrax). Ganancias, mujeres, poder, fue lo que le prometieron. No resistió la tentación al dinero fácil, y no midió las consecuencias.

Corría el año 2009. El 29 de agosto, en un vuelo de Martin Air lo enviaron a Ámsterdam, de mula con un kilo de cocaína en el estómago y apenas 200 euros. Se le pegaron 28 capsulas en el intestino, no podía sacarlas, salieron de una en una, muy lento.

Tuvo mucho miedo porque a otras dos mulas se les acababan de romper en sus estómagos, que a uno lo dejaron tirado en la calle, para que muriera, y al otro le abrieron su barriga en el hospital para salvarlo, pero lo agarro la policía.

Poco tiempo después subió de rango, su encargo era de recibir los camellos o mulas que llegarían procedentes de México y organizar la venta de la droga para el cartel. Sin dinero, sin amigos, se enfrentó a la frialdad y la crueldad del mundo del narcotráfico, donde solo el negocio importaba.

Fue difícil, en Holanda había un montón de cocaína, y la que le enviaba el tío Pelucas, su jefe de Culiacán, era de mala calidad. Pero necio la quería vender a precios más altos, a 32 euros el gramo, cuando en México te la pagan máximo 25.

Vivió algunos meses robando comida y un techo con gente ajena al tráfico de droga, que de vez en vez le hacía también algún préstamo sin saber para qué era en realidad. El dinero y el poder que creía obtener rápidamente se desvanecieron ante el miedo y el hambre, la vida de rey se transformó en la de un animal acechado.

En cuartos baratos de Ámsterdam, Brujas, Frankfurt o Hamburgo, empezó a extrañar la vida del barrio. Hasta que, en octubre, en aquel hotel de Bruselas, conoció a quien le cambiaría la vida.

El reloj de la Gare du Midi marcaba las 9 con 5 minutos. Un frio intenso envolvía Bruselas a pesar de ser mediados de octubre, Salvador tenía más de una hora dando nerviosas vueltas en la sala de espera, cuidando de no despertar sospechas entre los numerosos policías que patrullaban los andenes. Fregándose con aparente descuido las manos heladas, intentaba disimular los temblores que lo sacudían de pies a cabeza.

Pero sus escalofríos se debían más a la tensión que al viento polar que se filtraba bajo la bóveda metálica de la estación. Mirando de soslayo ora el reloj.

Salvador: ¡Solo han pasado diez minutos! -esperaba impaciente a una tal Brittany, la "mula" que debía de haber llegado desde hace más de media hora con el tren procedente de Barcelona.

No conocía su cara. Lo único que le dijeron fue: "Es la típica norteña. A huevo que la vas a ubicar". Como si no hubiera rubios con ojos de color en Europa, la hacen ver fácil ellos-se dijo.

La Emperatriz del Virus .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora