Deark se levantó y se dirigió hacia la puerta de su habitación donde la joven se había encerrado.
-Alison lo siento.-dijo el joven intentando abrir la puerta sin obtener ningún resultado.-Ábreme, por favor.-continuó.
Desde el otro lado podía oír el fuerte llanto de la muchacha, lloraba amargamente y eso hacía que él se sintiera culpable. Tocó con los nudillos tres veces a la puerta esperando que la joven abriera, pero no obtuvo resultado. Deark se sentó en el suelo apoyando la espalda sobre la puerta, si tenía que esperar una hora a que la joven se calmara y quisiera hablar con él lo haría, esperaría lo que hiciera falta. A la media hora el llanto de la joven cesó aunque por más que el chico tocó a la puerta seguía sin obtener respuesta. Al rato el helghast cayó rendido durmiéndose en aquella mala postura tirado en el suelo. Alison llevaba rato durmiendo, el llanto la había debilitado y había caído rendida.
Cuando la chica despertó Deark ya se había ido. Alison abrió la puerta y se dirigió a la nevera a comer una especie de cereales extraños que se desayunaban en Helghan. Su sabor era agridulce y en un principio no le había gustado en absoluto, pero después de las semanas que llevaba allí incluso les había llegado a coger gusto. Se echó un poco de aquellos cereales en un bol y después echó leche, aquel producto era de los pocos que eran igual que en Vekta, aunque eso sí, la leche helghast era mucho más dulce. La joven se llevó a la boca la primera cucharada y sin saber muy bien porqué empezó a llorar. ¿Qué le ocurría? Su cabeza empezó a llenarse de pensamientos muy dispares, se sentía mal por haberse enfadado con Deark, por lo que él le había dicho, echaba de menos a su madre, su mejor amiga Hilary, echaba mucho de menos Vekta. Se enjugó las lágrimas y continuó comiendo hasta dar fin al bol, para después como todos los días plantarse frente al televisor y ver el aburrido canal del Imperio.
Deark llegó más tarde que de costumbre. Alison había comenzado a preocuparse y a mal pensar, creía que la había denunciado a algún superior o que estaba planeando algo malo. Cuando le vio aquellos pensamiento se borraron de su mente, él no era así. Como cada día le trajo la comida, pero esta vez lo primero que hizo no fue entregársela si no que se dirigió a ella se agachó y le pidió perdón.
-No quería ofenderte, solo es...-hizo una pausa y después continuó.-No quiero que me veas, simplemente es eso.-
-¿Pero por qué?.-le preguntó la chica.
-Porque no, es mejor así.-respondió él haciendo que ésta lo mirara extrañada.
-No te entiendo.-dijo Alison en voz baja.
-Lo siento Alison, siento no poder darte más explicaciones.-
La chica asintió de mala gana indicándole que le entendía, aunque verdaderamente no lo hacía. ¿Qué podía pasar para que no le dijera la causa por la cual no podía verle el rostro? De repente el joven volvió a hablar.
-Siento haber esto llorar ayer.-
Alison suspirón y agachó la cabeza. Le parecía adorable que se disculpara por aquello pero en parte él no había sido el causante de aquel llanto o al menos no en su totalidad, la melancolía y las ganas de volver a su planeta eran incluso más fuertes que la atracción que podía sentir por él. Hasta la fecha no lo había pensado así, pero la noche anterior, con aquel comentario supo que aquella atracción no era nada bueno, que su sitio era en Vekta con su raza, fue entonces cuando se percató de que quería volver a casa, ella ahí no pintaba nada.
-No te preocupes.-dijo en un susurro.-No lloraba por eso.-continuó.
-¿Entonces?.-le dijo el chico levantándole la cabeza con delicadeza tomándola de la barbilla.
-Echo de menos a mi madre, no sé si quiera si estará bien tras creer que estoy muerta.- contestó la chica mirando aquellos ojos rojos del joven.
-Lo siento.-fue lo único que el chico pudo articular.
-Quiero irme a mi casa, echo de menos Vekta, mis amigos, mis canales de televisión.-dijo señalando la tele que aún seguía encendida en el único canal de aquel planeta.-Quiero volver y...-
-...No puedes.-dijo el chico terminando la frase de la joven. Ésta asintió para hacerle ver que había acertado con esa continuación. -Creo que puedo ayudarte.-dijo el joven algo entusiasmado. Rápidamente se levantó, entró en su cuarto y comenzó a rebuscar en uno de los cajones del armario.-¿Dónde estará?.-se preguntó a si mismo. Alison se levantó del sofá y le siguió, para después quedarse plantada frente a la puerta observando atónita al chico. ¿Qué estaba buscando?
-¡Aquí!-dijo el joven.
Alison en seguida reconoció lo que el helghast tenía en la mano, era su radio.
-Está rota, pero creo que podré arreglarla.-dijo el muchacho, enseñándosela.-Si no voy equivocado emitís en una frecuencia única y codificada que nosotros somos incapaces de detectar, o al menos en la mayor parte de los casos.-dijo el chico.
Alison asintió ante aquella afirmación.-Si la arreglas podré tener contacto con Vekta y podrán decirle a mi madre que estoy viva.-dijo la jove entusiasmada.
-Y podrás pedir que vengan a rescatarte.-dijo el joven con voz triste.
Alison arqueó una ceja. ¿No quería que se marchase? De repente la chica se percató de que una punzada en el corazón le estaba indicando que ella en parte tampoco quería irse. ¿Se atraían mutuamente? ¿Podría ser que Deark también se interesara por ella de la misa forma? -Sí, podré pedir que me lleven de vuelta a casa.-dijo la chica en un susurro dejando latente su parcial tristeza por aquel hecho.
-Voy a ponerme manos a la obra.-dijo el chico saliendo de la habitación para ir en busca de una pequeña caja de herramientas y plantarse en la mesa de la cocina como si se tratase de su taller personal.
-¿No me digas que también eres ingeniero?.-preguntó bromeando la joven.
-Claro que sí, médico, francotirador e ingeniero.-respondió irónicamente el muchacho.
-Vale, lo he pillado.-respondió la chica sentándose en una silla para observar el trabajo del joven.-¿Crees que puedes arreglarla?.-
-Pues espero que si.-respondió Deark mientras abría la radio y comenzaba a sacar piezas y cables de ella.
-Deark...-dijo la joven en un susurro.
-Dime.-contestó el chico sin levantar la vista del aparato.
-Gracias.-respondió la joven en un susurro. El chico alzó la cabeza y aunque ella no pudiera verle esbozó una sonrisa.-De nada.-respondió.-Es hora de que vuelvas con los tuyos.-
Durante toda la tarde el joven estuvo intentando arreglar la radio hasta que se percató de que seguramente necesitaría un par de piezas que en aquel instante no tenía. Alison le estuvo contemplando durante todo el tiempo.