Gracias por estar ahi...

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—Bakugou-kun.-
—¿Que?.-
—ayúdame a entrenar.-
—¿Eh? Claro que no.-
—por favor.-
—cállate.-
—pero...-
—vete de aquí cara redonda.-

La insistencia de Uraraka duró cerca de 2 semanas, tiempo de lo más estresante para Katsuki, aunque le niega su ayuda, ella seguía insistiendo, no parecía querer resignarse, y eso para él era de lo más molesto.

Bajo la mirada de Bakugou, Uraraka no era más que una mediocre heroína, sin talento ni metas, era alguien frágil, de sentimientos cursis, era pesada y molesta, lograba sacarlo de quicio con mucha facilidad. No era lo que él podia llamar mujer, más bien parecía una niña caprichosa que no quería conocer sus límites, alguien que le tenía miedo a todo jamás le caería bien a Katsuki. Más si él era el auto proclamado mejor de toda su escuela, más bien del mundo.

Bakugou no quería reconsiderar la idea de prestarle una mano, no podía él tenía que ser el mejor, y al ayudar a otros tendría que rebajarse al nivel de su "compañero" para "ayudarlo". Siempre fue y sigue siendo brusco y perfeccionista con sus movimientos y sobre sí mismo, no le agradan los débiles, las mujeres para él se dividen en dos únicas personalidades, las tímidas y estúpidas niñas cursis, y las salidas mentales, las locas de remate, su mejor ejemplo podía ser su madre.

Ya en final de las dos semanas Uraraka no le había dirigido la palabra a Bakugou y eso lo hacía sentirse relajado y tranquilo, por fin podía entrenar y escuchar sus propios pensamientos, cuando creyó que todo iba a volver a ser como antes Aizawa los llamo y les dijo a todos que se pongas sus trajes de batalla, que ese día habría un entrenamiento especial. Todos estaban estúpidamente emocionados con la idea de el profesor, el entrenamiento más bien sería como un campamento, en un lugar apartado y cerrado, según Aizawa era como un enorme bosque, tenía alrededor de 10 cuadras de largo y 6 de ancho, en ningún momento les informaron sobre los detalles de su entrenamiento.

Todo el curso asistió, algunos desde muy temprano ya estaban sumamente felices, Ashido era una de esas personas, Katsuki no estaba emocionado, pero tampoco le parecía una mala idea luego de todos lo sucesos que vivieron en tan poco tiempo. Uraraka era un caso aparte, las chicas desde hace días que intentan saber que es lo que le pasó, y aunque no consigan respuesta de ella, si la consiguieron gracias a Tsuyu, ella también estaba algo tocada y un poco transtornada, sin duda la muerte de Nejire las marco, pero a Ochako la cambio completamente, era raro verla sonreír, estaba siempre con la mirada gacha, casi no comía, y cuando la misión termino y fue hora de volver a clases Uraraka faltó una semana entera, no le abrió la puerta a nadie, no escucho la voz de nadie, ignoro la presencia de sus amigas y amigos, Uraraka ya no era la misma y eso era una daga metida en el corazón de todos sus conocidos.

La hora de subir a los micros llegó, la salida duraría una semana, en ese tiempo los profesores se encargaría del entrenamiento de sus alumnos y la preparación mental que necesitaban por si algún hecho de el calibre de la última misión volvía a suceder. Uraraka se sentó en el fondo sola, mirando hacia la ventana del micro, con sus auriculares en lo máximo posible, la melodía de un triste piano la hacía sentirse peor, pero no importaba. Muchos quisieron sentarse cerca de Uraraka y apoyarla, pero ella no ayuda, prefirieron dejarla sola, sabían que si se acercaban podían arruinarlo peor,  nadie tuvo aquel día el valor de sentarse a su lado, pero Katsuki, que aparentemente le importaba un comino lo que a ella le ocurra, se sentó a su lado, más no le dirigió palabra alguna, él sabia lo que ella sentía, y sabía mejor que nadie que era mejor estar solo y arreglarse con su mente para volver a ser el mismo. El viaje duraría cerca de 10 hs, y comenzaba a detectar los temblores de la chica a su lado, los demás estúpidos estaban dormidos, ya habían pasado 2hs desde que el viaje comenzó y ya eran más de las 11:00 pm, quería dormir, pero su mente lo obligaba a quedarse despierto, no entendía porque, pero no podía dormir sabiendo que ella estaba así, la pesada mirada de deku mostraba preocupación. Le molestaba saber que tenía que hacer algo, él no tenía nada que ver con los problemas de la chica, pero aún así se terminó metiendo en donde no debía.

Te atreviste a enamorarme [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora