Capítulo 3

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Emily regresó a su casa lo más rápido que sus piernas pudieron. Entró a toda velocidad, llevándose por delante a un hombre gordo con un enorme refrigerador, tratando de pasarlo por la puerta de su casa. 

-Perdón-le dijo avergonzada.

-Cuidado hija-le dijo su papá, ayudando al hombre que bajaba los muebles y electrodomésticos de un enorme camión.

-Lo siento…-dijo ella, y luego miró su reloj de pulsera-¿Cuándo estará el almuerzo?

-En un rato-le respondió su madre asomándose por una ventana, acomodando una serie de masetas y flores sobre el marco de la misma.

Emily se dirigió a su habitación, dejando un largo rastro de arena por toda la escalera. Entró, se sacudió la remera, y se dio cuenta de que tenía solo una chancla. Había perdido la otra, tal vez en la playa, o en su camino de vuelta, en el cual casi había corrido. 

-Rayos…-dijo por lo bajo, pues las sandalias blancas le habían costado bastante. Pensó en regresar a buscarla, pero luego recordó la expresión enojada de ese chico, Sam. Recordó como la había tomado bruscamente del brazo, y le había pedido, o más bien le había ordenado que no volviera a ir por allí.-Compraré otras…-se dijo al final. Se dio cuenta de que su habitación ya estaba totalmente amueblada, y se veía hermosa. La cama a un lado, con un cobertor nuevo de color celeste claro, el gran armario de madera tallado, la enorme mesita de noche haciendo juego, una cómoda, y el espejo que ya estaba allí cuando llegó. Tiró la mochila sobre la cama, y tomó su bolso de mano azul (el que había usado durante el viaje) Sacó un broche y se ató el cabello en un rodete algo desprolijo, y bajó las escaleras nuevamente.

Julie estaba en el centro de la sala de estar, con un hermoso vestido de ballet puesto, practicando algunos pasos para el concurso.

-Te sale muy bien-le dijo Emily.

-Eso espero-dijo la pequeña, y luego agregó enojada-Porque la niña que vive aquí al lado, Lauri, también va entrar al concurso… ¡y me dijo que ella va a ganar, y que yo no!

-No le hagas caso, Julie-dijo Emily a su hermana.-Eres preciosa, y bailas como los ángeles, hermana. 

......................

La familia Greyson nunca había sido una familia fuera de lo común. Martha y Carlos criaban a sus hijos, Brandon, Emily y Julie, y su vida era bastante normal. Y como toda familia corriente, por la mañana, en especial en días de clases, era un alboroto. Pero no estaban, aún, en días de clase. Por eso Emily se sorprendió cuando, al otro día por la mañana mientras dormía en su cama plácidamente, escuchó:

-¡Brandon!-era la  voz de su mamá.

-¿¡Qué pasa!?-preguntó el, desde su habitación, a los gritos.

-¿Podrías ir al mercado?-Emily entendió de que venía la cosa. Su madre queriendo hacer que Brandon haga las compras. Si, claro, casi estaba por cumplir sus dieciocho, y esperaba como regalo el súper-auto que siempre soñó, pero no era capaz de caminar unas cuantas cuadras para ir al supermercado. 

-Ni ganas… que vaya Emily-dijo su hermano mientras practicaba acordes con su guitarra eléctrica en la planta alta.

Cinco minutos después era Emily quien caminaba tratando de encontrar ese mercado que le habían mencionado, para comprar una lista interminable de productos que no recordaría si no los llevara anotados en un papel, y todo porque su hermano mayor era demasiado vago como para ir él.

-Ese Brandon… la próxima vez él tendrá que venir-dijo Emily por lo bajo mientras miraba de un lado a otro algo desorientada. A lo lejos vio el gran cartel que indicaba Mercado, y se dirigió allí sin pensarlo. Una vez dentro, sacó la enorme lista de productos y comenzó a recorrer las estanterías. 

Mientras buscaba las latas de atún, sintió que alguien decía su nombre. Se dio vuelta, miró para todos lados y no vio a nadie. Cuando volteó, tenía a León parado justo enfrente de ella.

-¡Que susto!-le dijo, mientras colocaba un par de latas en su carro, y levantaba la que estaba en el suelo que acababa de tirar sin querer- ¿Qué quieres?

-¿Estas enojada?-le preguntó él, siguiéndola mientras avanzaba hacia los lácteos. 

-Noo-dijo ella sarcásticamente- ¿Por qué habría de estarlo? ¿Por qué tu amigo me trató como si fuera un perro callejero y terminé tirada en la arena como una idiota? Descuida, no me molestó en absoluto-dijo irónicamente.-Además, no quiero su amistad. Ni siquiera la tuya.

-Sam es así…-aseguró-Siempre trata “raro” a las personas nuevas…

-No veo razón para que lo haga conmigo, ni siquiera me conoce-dijo Emily, volteando nuevamente.

-Vamos, no te enojes así… -le dijo León, sonriéndole de forma rara.-Oye, espera, ¿Cómo es eso de que no quieres mi amistad? 

-Lo que escuchas.-dijo ella-puedo hacer mis propios amigos. No necesito tu pandilla.

León puso cara de herido.

-Así que…no quieres ser mi amiga.-dijo, en tono de fingido sufrimiento, y se llevó una mano al corazón-Ohhhh, la vida… la triste, triste vida…

-Deja de hacer eso-dijo ella, comenzando a reírse, y él sonrió. 

-Te reíste-dijo él-Eso quiere decir ¿sí quieres que seamos amigos?

Ella finalmente asintió. 

-Entonces, nueva amiga, no estés enojada. Sam es… Sam. No te preocupes por él, es algo idiota de vez en cuando-dijo León.

-No estoy enojada-repitió ella.-Solo estoy algo… molesta. 

-Molesta y enojada, significan casi lo mismo-comentó el chico. Ella lo miró levantando una ceja, con cara de “en un momento pasaré de estar molesta y enojada a histérica y aterradoramente psicótica”-¿Entonces no quieres venir a la fiesta de esta noche?-Preguntó León.

-¿Fiesta?-repitió Emily.

-Hay una fiesta en casa de un amigo, una fiesta enorme, porque no decirlo. Invitó a un montón de personas. Y dijo que podríamos invitar a quien queramos. Así que ¿quieres venir, o estás enojada conmigo por alguna razón que desconozco? 

-No estoy enojada contigo. Solo con Sam.-le informó Emily-¿Él estará allí?

-Emmm… no se…-dijo León, dudando.

-Pues si va, no voy-dijo Emily-Al parecer no me quiere cerca de él.

-No, Sam no va-afirmó León.-Tiene otras cosas más importantes que hacer.

-¿Seguro?

-Si-dijo León nuevamente, y se acercó un poco a ella.- ¿Vendrás?

-No lo se…-dijo ella, sin saber si la dejarían sus padres.- ¿Dónde es?

-En la calle Venus Road al 2447.-dijo él.-Te estaré esperando, si es que decides ir.-le dijo León, y se alejó caminando entre las góndolas.

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