Capítulo 4

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Eran las cinco de la tarde. Emily estaba sentada en una silla en su balcón, mirando por la terraza, aburrida. Recordó su encuentro con León esa mañana, y recordó también la invitación. Aunque era una gran oportunidad de conocer gente y pasarla bien, además de algo divertido que hacer un viernes por la noche, Emily aun no se decidía. ¿Debía ir? Es decir, no la habían invitado formalmente… además, ¿que tal si Sam iba? ¿Qué tal si se sentía tan humillada como cuando quedó tirada en la arena sin saber que decir?

Miró la playa que se veía a lo lejos. Luego bajó la mirada hasta sus pies, que llevaban unas ojotas negras que tenía hacia un par de meses. Echó de menos sus chanclas blancas, en especial porque sabía que podría recuperarlas, pero para eso tendría que ir hasta la playa, hasta la caverna, y encontrarse con el muchacho que la odiaba. Por alguna razón ese chico no dejaba de dar vueltas en su mente.

­­­-¿Quién se piensa que es?-preguntó Emily para si misma.

En ese momento se acercó alguien a sus espaldas.

-¿Quién es quién?-preguntó Brandon.

-¿Qué haces en mi habitación? ¿Por qué entraste sin permiso?-le  preguntó ella un poco enojada.

-Tranquila idiota-le dijo-Venía a preguntarte si por casualidad tenías mi campera deportiva roja.

-Creo que si, esta en el armario.-dijo ella. La había usado durante el viaje, pues se había olvidado de llevar un abrigo puesto y su hermano le había prestado su campera.

Brandon revolvió el armario buscando su prenda, la tomó y se la puso.

-¿Vas a salir?-le preguntó Emily.

-Digamos que hice un par de amigos.-dijo él.

-¿Y amigas?-preguntó ella en tono de burla.

-Unas cuantas chicas ya me dieron sus números-dijo Brandon sonriendo orgulloso.-Bueno, ¿vas a contarme por qué hablabas sola, o simplemente eres un bicho raro como siempre lo pensé?

-Ay, no entiendes nada-dijo Emily, riendo.-Sal de mi habitación, demente.

-Nos vemos, fenómeno.-le dijo, y salió de allí.

Emily se quedó nuevamente pensando. Pensando en si ir, o no ir a la caverna y preguntarle a alguno de los de la pandilla si habían encontrado una sandalia blanca tirada por allí. Pero luego decidió que no valía la pena. Nada de eso lo valía.

Se paró, se dirigió hasta el armario, y comenzó a sacar ropa. Un pantalón negro, unos jeans, un par de minifaldas, unos pantalones cortos… varias remeras, algunas coloridas, otras sobrias, un par sin mangas. Comenzó a  probarse diferentes ropas, decidida a ir a esa fiesta, hacer nuevos amigos por su cuenta, y olvidarse de que conocía a ningún Sam. León le caía bien, y era más que obvio que estaba interesado en ella. Entonces, ¿Por qué desaprovechar las oportunidades? Ese Sam no era nadie para influir en su vida.

En ese momento escuchó un ruido proveniente del balcón. Luego otro. Se asomó, y encontró dos piedras tiradas en el suelo. Miró hacia abajo, y vio a Cat parada allí.

-Hola Emily-le dijo, sonriendo. Emily se sorprendió ¿Cómo rayos sabía esa chica donde vivía ella?

-Hola-le dijo-Espera.

Bajó corriendo las escaleras, y salió de la casa.

-¿Qué sucede?-le preguntó al encontrarse con ella afuera.

-Nada, quería ver como estabas, devolverte esto-le tendió una mano con la chancla blanca- La encontré en la playa ayer. Además quería invitarte a andar en patines. Conmigo, con Bay (Bayline), y con otras chicas.

-Em… -tomó la chancla-Gracias… pero no soy buena andando en patines y…

-Oh, vamos, eso se aprende. Además tienes una amiga que puede enseñarte-me dijo.

-¿Una amiga?-preguntó-¿Quién?

-Yo, por supuesto.-dijo Cat sonriendo- Ahora somos amigas.

-¿De verdad?-preguntó Emily, con una expresión de incredulidad y al mismo tiempo de alegría, pues había conseguido una amiga.

-Así es.-le dijo ella.-Te prestaré un par de Rollers, tengo dos.

-Está bien-dijo Emily al final-¿Cuándo?

-Ahora, ya.-le dijo Cat, y le dio un par de Rollers que tenía en una mochila.-Vamos, las otras nos esperan en el centro.

Un rato después, llegaron a donde estaban las demás. Bay tenía unos patines Rollers color rosa y negro, de último modelo. Conversaba con un par de chicas. Una de ellas, de cabello castaño claro y pecas se acercó a Emily.

-Hola, soy Melisa-le dijo, sonriendo.

-Me llamo Emily-dijo ella.

La otra chica, de cabello pelirrojo y ojos color miel, seguía conversando con Bay sobre las mejores marcas de ropa.

-Gucci, es fabulosa-decía.-Conseguí un suéter de Cachemir, que es fantástico.

-Hola-las saludo Cat, y ellas respondieron con un movimiento de cabeza. Cat volteó para mirar a Emily.-Ellas dos, Bay y Tracy, son las reinas de la moda. Son bastante materialistas, y no son muy abiertas que digamos. Pero son buenas personas en realidad. Son nuestras amigas, solo que se creen un… poquito superiores. Pero eso es todo.

Emily no entendía como chicas tan distintas podían compartir un día entero andando en patines y disfrutando.

-Bay, Tracy, y ahora Emily… ¿Qué hay con los nombres terminados en y?-comentó Cat, pensativa. Todas la miraron.- ¿Qué?

-¿Vamos?-preguntó Melisa cuando termino de colocarse sus patines.

Bay se levantó del cordón de la vereda donde estaba sentada, y miró a Emily, y luego a Cat.

-Sabes que Sam dijo que no debíamos estar con ella…-le dijo.

-Ahh, vamos, Sam no tiene por qué darnos ordenes.-respondió Cat.- Además, somos amigas ahora, al menos es mi amiga ahora, y tendrán que aceptarla.

Emily se sintió un poco incomoda ante la situación. Era como si estuviesen decidiendo por ella con quien podía o no podía estar. Y lo peor de todo, era que ese tal Sam seguía interfiriendo de alguna forma en su vida.

-Lo que digas… -dijo por fin Bay, acomodándose su minifalda negra y su musculosa rosa-Entonces vamos.

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