Capítulo 24

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—¿Como van las indirectas con West?—preguntó Penélope acomodándose en mi cama.

—No funciona.—confesé.

—Se conocen desde pequeños, tienen una relación, y una hija ¿qué más necesita para casarse?—espetó.

Bajé la mirada.—Simplemente no tiene cabeza para eso, puede ser.—suspiré.

Había pasado toda la semana lanzándole indirectas a West respecto a bodas. Me quería casar, y como antes mencionó Penélope tenemos una relación, una hija, vivimos juntos, solo falta firmar un papel y legalizar nuestra unión. Quería hacer las cosas bien por primera vez, lo necesitaba. Le hablé de una compañera de universidad que se iba a casar y le comenté lo afortunada que era, en una película en la parte de la boda, al final lancé otro comentario acerca de lo mágico que ha de ser ese momento, etc. Pero no había sacado el tema jamás, no sé si era que no lo captaba, o las estaba ignorando, tal vez tiene miedo al compromiso, a que no pueda salirse de la relación tan fácilmente al legalizarlo. No es por falta de dinero, mis padres que en paz descansen me dejaron bastante dinero, el viene de una familia bien, y trabaja, tenemos lo suficiente. Ya no sabía cómo más hacérselo saber, mi última opción sería hablarlo claro con él, de manera directa.

—Sky.—llamó mi atención.—No he olvidado aquella charla en el hospital, y sé que te debo una explicación.—bajó su cabeza apenada.

Su ánimo decayó de forma drástica y era la primera vez que la veía así, si eso conllevaba que me contara algo acerca de su pasado, entonces no lo quería saber. Me bastaba con el simple hecho de conocer quién ella es ahora, la respeto y la admiro por quien es ahora, puedo ver a a través de sus ojos la sinceridad con la que habla, ella es una buena chica, conmigo y con mi hija, y eso me es suficiente.

—¿Sabes qué? No me tienes que contar. No me interesa saber. Me basta con conocer quién eres ahora.—establecí.

—No, escúchame. Me has dado una linda amistad. Me has abierto las puertas de tu hogar y de tu vida. Y me diste una oportunidad sin ni siquiera conocerme totalmente. Gracias a ti pude conocer a un fantástico chico como Nick. Y lo menos que puedo hacer es ser totalmente sincera contigo, y abrirme a ti como tú lo hiciste conmigo.—confesó.

—No tienes nada que agradecer Penélope, tú fuiste la que se ganó mi amistad.—repliqué.

—Aún así. Quiero hacerlo.—tomó una bocanada de aire antes de hablar.— En realidad mi nombre no es Penélope, es Hope. Vengo de un hogar de disfunción en el que mi padre era un drogadicto, llegaba siempre a casa a golpear a mi madre, que no hacía más que trabajar para pagar las deudas y los gastos en las bebidas y drogas de mi padre.

«Hace dos años no era lo que soy ahora, era una chica rebelde, vestía siempre de negro, chaquetas de cuero y piercings. Fumaba, y siempre andaba metida en problemas. De hecho no había día en el cual no pasara por la dirección, hasta que se hartaron de mi y me expulsaron. En ningún instituto me querían aceptar debido a mis antecedentes. Tenía demasiado tiempo libre así que me comencé a juntar con una ganga de motociclistas. Era una noche normal, habíamos ido a un club y cuando salimos los chicos estaban muy drogados y decidieron ir a robar algunas cosas a un mini market, yo me negué pero me arrastraron con ellos metiéndome algunas cosas a los bolsillos como barras de chocolate. Un empleado vio lo que hacíamos y llamó a la policía mientras el dueño nos enfrentaba intentando que le devolviéramos las cosas, yo estaba dispuesta e hice el amago de sacar las cosas de mi bolsillo pero los chicos me detuvieron y me arrastraron fuera del lugar dejándome de último, el dueño sacó un arma y me disparó en el hombro a los minutos quedé inconsciente debido a la pérdida de sangre. Al siguiente día desperté en una habitación de hospital atada a la cama por unas esposas, me contaron que al escuchar la detonación los chicos a los que consideraba amigos por qué me entendían salieron corriendo dejándome sola y herida. El oficial a cargo de la investigación se dio cuenta de que no era más que una adolescente perdida, y comparando mi declaración con el vídeo de seguridad del mini market se dieron cuenta que lo que decía era verdad. Y a pesar de qué revelé todo lo que sabía acerca de la ganga, y colaboré lo más que pude me dieron algunos meses en la cárcel de menores, ya que a pesar de que no estaba del todo dispuesta a robar, si el disparo no me hubiese detenido Dios sabe qué estaría haciendo ahora. Cuando salí de la cárcel esos chicos con los que andaba me golpearon hasta dejarme casi inconsciente, otra vez en el hospital, pero esa sería la última vez ya qué decidieron sacarme del país junto con mi madre e ubicarnos en otro lugar con otra identidad y otra vida. Yo decidí que sí tenía la oportunidad de una  vida, lo aprovecharía, y aquí estoy. Y le agradezco a ese hombre por haberme disparado por qué ese disparo me detuvo de seguir una vida que yo no merecía, una vida de miseria, sufrimiento, drogas, etcétera.»

Terminó de relatar su historia con el rostro inundado de lagrimas, y su mirada perdida.

Ella había pasado por tanto. Y no la juzgaba. No podía juzgarla, no era quien. Estaba feliz por ella, feliz de que haya tenido la oportunidad de una nueva vida por qué la merecía, aún así no ha de ser fácil cargar con la culpabilidad de un pasado que te atormenta. Y si antes la admiraba ahora la admiraba más por su valentía de salir adelante, siempre con una sonrisa cuando cargaba con todo eso por dentro. Por qué ha pasado por tanto y aún así se da la oportunidad de seguir adelante, la admiro. Y pensar que yo me quejaba por las cosas que me pasaban, aunque no podía comparar nuestros dolores, por qué las dos habíamos pasado por situaciones difíciles y me alegraba que estuviéramos juntas para apoyarnos la una a la otra.

La abracé con fuerza reconfortándola. Se me formó un nudo en la garganta y las ganas de llorar me invadieron. Pero elegí ser fuerte por ella, por qué ella necesitaba a alguien fuerte a su lado, alguien que le transmitiera la tranquilidad que ella necesitaba.

—Lo siento tanto.—me lamenté.—Eres una luchadora Penélope, y te admiro, admiro tu capacidad de seguir adelante y de andar diariamente con una sonrisa. Por qué has estado ahí para mí cuando yo lo he necesitado aún cuando yo no he hecho lo mismo por ti. Y quiero que sepas que puedes confiar en mí, tu secreto está a salvo conmigo. Estarás bien.—la reconforté.

Después algunos segundos, minutos, o horas no lo sé. Perdí la noción del tiempo. Ella se separó de mi con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

—Gracias Sky. Gracias por escucharme y entenderme. Por no juzgar mis acciones. Gracias por tu amistad incondicional y que aún sabiendo que te escondía algo confiabas en mí.—se las apañó para sonreírme agradecida.

Le devolví la sonrisa.—Siempre estaré aquí para ti.—acaricié su brazo.

—Sobre tú situación con West, se sincera con él. Háblale acerca de tu deseo. Sé que él lo entenderá.—me aconsejó.

—Gracias.—

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¡Hola!

Long time no see. Lamento la tardanza.

¿Cuántas veces he dicho eso acompañado de una promesa para subir capítulos más corridos?

Debo hacer un nuevo calendario para la novela, capítulo una vez al mes.

¡Ya queda poco para el final! Como dos capítulo y el epílogo.

Gracias a todos los que fielmente esperan el siguiente capítulo. Aun cuando me tardo mucho. Lo siento. Sé lo malo que es cuando la escritora te deja con ganas de más y no acaba de publicar capítulo. Detesto eso y se lo hago a mis lectores.

Pero esta es la última vez que lo hago. No hay promesa acompañando ese texto por qué esta vez lo voy a cumplir.

Soy al revés cuando no prometo cumplo, cuando prometo no cumplo.

Ahora sí. Muchas gracias por el apoyo.

¡Son los mejores!

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