Capítulo 25

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Terminé de sacarle los gases a Mia y la dejé en su cuna.

Penélope se había ya hace un rato, con la excusa de que no quería estar presente cuando West llegara para que yo pudiera hablar con él. Y que tenía que ser hoy, que no dejará pasar más tiempo, que no dejara para mañana lo que puedes hacer hoy. Entre otras palabrerías acerca de por qué tenía que hacerlo hoy cuando él llegara del trabajo.

Escuché la puerta de entrada cerrarse y supe que había llegado el momento.

Sentía los nervios de punta. Le di una última mirada a mi reflejo en el espejo asegurándome de verme bien. No era que estaba vestida de manera elegante y maquillada, tenía unos simples shorts y una camisa gris, pero tampoco quería verme horrible para lo que tenía que decirle.

La siguiente conversación podría tener tres resultados, qué West estuviera de acuerdo y si se quisiera casar conmigo, qué se sintiera presionado, y terminé nuestra relación de manera definitiva, o que simplemente me diga que no está listo y que necesita tiempo para analizarlo. Cualquiera de esas reacciones lo entendería, tiene derecho a sentirse de cualquiera de esas maneras, somos humanos y uno nunca sabe cómo va a reaccionar ante algo hasta que estás en la situación y tienes que actuar. Pero él también tiene que entender mi punto, sé que somos jóvenes, pero ya tenemos una hija, y eso es algo común en estos tiempos pero no es algo conveniente, pero ya qué tenemos una hija, y vivimos juntos ¿por qué no formalizar todo? Y casarnos. No lo quería espantar pero quería exponerle mi punto y saber que él piensa acerca del tema.

Una vez mentalmente preparada salí de la habitación, no sin antes darle una última mirada a Mia que se encontraba entretenida intentando alcanzar sus pies acostada en la cuna.

También lo hacía por Mia, ella merecía tener a sus padres unidos en matrimonio como debe ser. En parte a la vez era algún tipo de prueba para West, ¿estaba el dispuesto a pasar el resto de su vida junto a mi? ¿Es suficiente el amor qué tiene hacia a mí como él dice para que nos casemos?

—Hola.—lo saludé insegura.

Los ojos de West se iluminaron al verme y se acercó a mí besando delicadamente mis labios.

—¿Estás bien?—preguntó examinando mi rostro.—¿Donde está Camila? ¿Está bien?—insistió.

De seguro mis nervios se podían detectar desde un kilómetro de distancia.

Asentí.—Todo está bien. Es solo que quiero hablar contigo.—expliqué.

—Está bien. Voy a saludar a mi hija y vengo.—me sonrió de manera reconfortante y entró en el pasillo en dirección a mi habitación.

Puedo hacer esto. Yo puedo.

Hice respiraciones profundas intentando tranquilizarme.

Sabía que era normal este tipo de inseguridades. Tenía justificaciones razonables por las cuales estaban presente. Pero aún así no me gustaba sentirme así. Queriendo quedarme en mi zona de comodidad, simplemente por miedo a lo que pueda pasar más adelante. Pero ameritaba el esfuerzo, debía arriesgarme, sino ¿cómo sabría si perdí la oportunidad de mi vida? Además lo que tenga que pasar va a pasar. No debo temer.

—Tu puedes Cielo.—sonreí recordando cómo me llamaba mi padre.

Lo extraño demasiado. A él y a mamá. Los necesito. Y espero que desde donde sea que me estén viendo se sientan orgullosos de mí, de lo que hago y de la persona en la que me he convertido. Tuve que sufrir para llegar a ser quien soy, pero eso era necesario para aprender mi lección, y espero que estén feliz conmigo.

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