Libre

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No te vi venir, te me lanzaste como fiera y me desgarraste el alma.  Me dejaste desnuda sin escudos, sin silencios, solo gritos.  Te escondiste en la luz como si te perteneciera y yo, yo quedé ciega.  Sin poder respirar, agotada y gateando a la salida, me aferré al viento y salí con él. En un momento sentí como si hubiese sido un segundo los momentos en los que me convertí en tu esclava.  Fue mi culpa, por imbécil y pensé; Acaso la vida no me ha enseñado suficiente? ...Esta vez fue diferente, esta vez te esperé en la puerta, no corrí, miraba tu falsa luz como se desvanecía mientras te acercabas, y, en el segundo que estabas a punto de agarrarme la piel cicatrizada me eché a un lado...miré como te encontrabas con la luz del sol, gritabas del dolor, se veían las llamas dentro de tu piel, ardías de adentro y yo solo te miraba fijamente mientras tratabas de alcanzarme.  Fallaste, me liberé de tus alas desplumadas y salí al alba.  Te vi retroceder y esconderte entre las sombras y no me asombra porque es allí donde perteneces. Has pagado con creces y me he sentido satisfecha porque hay una corta brecha entre el infierno y tu carne.

Cartas con tinta rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora