THE BAD SON

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Jeremy Saint Jacques estaba fastidiado, el turno nocturno era de lo peor

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Jeremy Saint Jacques estaba fastidiado, el turno nocturno era de lo peor. Clientes problemáticos cuyas reservas tenían casi siempre complicaciones porque los idiotas agentes de servicio al cliente de aquellos países sureños eran un hatajo de inútiles que a duras penas entendían el idioma, y con dificultad podían manejar los sistemas informáticos, por lo cual siempre había que estar corrigiendo y confirmando con el cliente si sus reservas estaban correctas o si las fechas estaban conformes a lo planeado. Y encima tener que aguantar a esa pelirroja que solo vivía para quedar bien con Loft. En definitiva su suerte no daba visos de mejora.

Él era descendiente de la ola migratoria de haitianos que arribó a New Orleans a principios del siglo XIX, nació y creció en el barrio de Lower Ninth Ward cerca de las orillas del Industrial Canal.

Era el hijo mimado de su madre, Camille. Su padre era un mensajero llamado Rennes. Su hermano mayor, Bernard era cuatro años mayor que él.

Toda su vida fue el típico estudiante modelo, cuyas notas siempre estuvieron arriba del promedio y jamás dio problema de conducta alguno. Se le auguraba un futuro prometedor.

Cuando terminó high school, obtuvo una beca para estudiar en la Dillard University, una institución privada de la más alta calidad académica, aunque su familia debía aportar una fracción de los gastos. Hasta ahí, todo era correcto y ocurría de acuerdo a los planes familiares.

Bernard no tenía planes de seguir estudios formales, por lo que tomó unos cursos técnicos, y más tarde obtuvo un empleo en un periódico local en el área de mantenimiento.

Todo se torció un día de Agosto, cuando una tarde, Jeremy llegó a su habitación en el campus, la cual compartía con un estudiante de intercambio que venía de México. Este jugaba al póker con un sujeto albino de aspecto desgarbado, y con cierta curiosidad el recién llegado se quedó a ver como jugaban ambos estudiantes apostando dinero. Estos le contaron acerca de los lugares de juego clandestino donde por un par de dólares podías multiplicarlo si eras afortunado. Le enseñaron los rudimentos del juego y el joven quedó encantado.

Jeremy no vio objeción en acompañarlos cuando la pareja de amigos lo invitaron por la noche a una partida en un garito clandestino.

Con el tiempo descubrió que el ambiente le gustaba y la adrenalina que se apoderaba de él, durante los encuentros de cartas con los distintos contendores, llenaba alguna región ignota de su ser.

Descuidó sus estudios y se dedicó de lleno a aquel entretenimiento ilegal, aunque ganaba a veces, también perdía. Un día de tantos se gastó el dinero de las colegiaturas en una noche. A la mañana siguiente llamó a su casa pidiendo más dinero alegando la excusa que lo habían asaltado.

Su adicción terminó creciendo pero aún le faltaba mucho para llegar a su punto más álgido. Por esos días, y debido a que su familia tenía unas propiedades en las afueras de la ciudad, se les notificó que una autopista sería construida en tal lugar, por lo tanto el gobierno les compró los terrenos por un buen precio.

LA HABITACION DEL CASTILLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora