Se despertó sollozando. La madrugada era fresca y el aire aséptico del desierto se colaba por su ventana. Recordó lo soñado con un sentimiento de angustia que no había sentido nunca.
Era su día de descanso, pero se había permitido dormirse a esa hora porque en la mañana debía ir al banco por unos trámites.
En su primera visión onírica, se vio recorriendo el casino. El sueño era vívido porque el perenne olor a tabaco y cerveza le abofeteo la nariz. Sin querer se acercó a una mesa de "craps" donde un sujeto vestido de camisa amarilla era el "shooter", el hombre se le antojaba conocido, pero no sabía quién era. Algo en su mirada lo ofendía. Parecía enloquecido al arrojar los dados y su avidez por acumular fichas era repulsiva. Le dio lástima verlo así. Sus ojos parecían febriles y su sonrisa patética era de antología. Lo que terminó de asustarlo y sacarlo de ese lugar fue notar que los otros jugadores de la mesa eran figuras cadavéricas que exudaban agua contaminada que mojaba la fina alfombra.
Luego entró a otro sueño que para él, era recurrente. Lo atormentaba desde hacía mucho tiempo, pero esta vez era algo distinto. En el mismo, veía a su madre estar sentada en el patio de su casa recibiendo el sol de la mañana. Desde que su enfermedad se agravó, al parecer un frío lacerante se había aposentado en sus huesos, por lo la señora practicaba dicha rutina por las mañanas para poder entrar en calor.
En otras ocasiones, al soñar que visitaba su antiguo hogar, y al verla en aquel lamentable estado, ella devolvía una mirada de reprobación y desprecio. Pero esta vez lo llamó a que se sentara a su lado. Su progenitora limpiaba las lentejas del almuerzo en un cazo de color arcilla. Parecía estar muy concentrada.
Jeremy se acercó, y con lentitud premeditada ocupó el banquito frente a ella. Esperaba el regaño correspondiente por su vida arruinada, sus errores como hijo y por el abandono de su familia. Pero nada de eso ocurrió.
La señora dijo:
- Ese desierto no te sienta nada bien... ¡Te ves delgado!
- Estoy bien...No pasa nada – respondió el hombre con vacilación y pena.
Ella continuaba sacando las basuritas que encontraba entre los gránulos y en forma casual comentó:
- Era como verte a ti mismo.... ¿No es así?
Y supo que se refería al sujeto de la camisa amarilla. Intentó recordar quien era el aludido pero no pudo. Y sí, encontró cierta similitud en sí mismo cuando estaba en la fase más alta de su ludopatía.
- Ese tipo no sabe adónde se está metiendo.
- Debiste decirle algo... ¡advertirle! – reclamó ella con suavidad.
- ¿Y yo por qué?....Cada quien es libre de hacer lo que le plazca.
- ¿Aún si es tirarse por el barranco?... En Ezequiel treinta y tres dice que tienes que ser el centinela de tu hermano...
Esto abrió la llaga que Jeremy tenía con Camille. La señora siempre vivía aludiendo a citas bíblicas para resolver los problemas del mundo. Él odiaba eso. Las cosas eran lo que eran y cada quien tenía la libertad de hacer lo que le venía en gana. Así era la vida, pero ella no paraba de comparar "todo" con lo que decía aquel libro.
- ¡Tiene el diablo adentro! – sentenció ella mientras Jeremy la volvía ver con temor.
- No es mi asunto – dijo él con vergüenza.
- ¡Vaya si lo es!....Solo tienes esta oportunidad para arreglar lo que está mal... Después de esto... no habrá nada para ti – decretó Camille con dureza.
El mostró una expresión culpable en el rostro, y sin que pudiera evitarlo, empezó a llorar. Se abrazó a su regazo mientras decía:
- ¡Perdóname! Nunca quise que esto pasara.... ¡Soy una mierda!... Te fallé como hijo....y... ¡no estuve contigo al final! – gimoteaba Jeremy mientras la anciana le acariciaba el cabello.
- ¡Eres mi hijo y te amo! Solo eso debes saber... Pero perdónate tú ... antes que pierdas la última oportunidad de reparar las cosas – susurró ella con voz dulce.
Jeremy perdió todo el control y lloró más fuerte.
Cuando despertó la funda de su almohada estaba mojada por las lágrimas. La cambió de posición e intentó dormir. Se quedó pensando en la pesadilla y no pudo conciliar el sueño.
Desde ese momento hasta la conversación con aquellos chicos no pudo encontrarle sentido a tal visión. Pero ahora que miraba a aquel huésped ruidoso y fanfarrón, todo pareció revelarse.
Pero él no era ningún centinela, no tenía nada que hacer ahí. Por lo que decidió regresar a su estación de trabajo y seguir con su vida. Así eran las cosas, no había lugar para los cambios o el heroísmo.
ESTÁS LEYENDO
LA HABITACION DEL CASTILLO
ÜbernatürlichesDe vacaciones en Las Vegas, "la ciudad del pecado".... ¿qué se puede esperar de un viaje así?.... ¿Diversión, compras, alcohol, juego y desenfreno? Carla, Felicia y William llegan de vacaciones con las mejores intenciones para tener el viaje de su v...