CODA

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Escuchó atento la narración de la joven pelirroja

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Escuchó atento la narración de la joven pelirroja. En algunos puntos de la historia entornaba los ojos tratando de imaginar, lo cual no era su fuerte, el escenario que ella planteaba. Pero la mayor parte del tiempo mantuvo una expresión sardónica que le era tan característica. La dejó terminar su cuento por simple curiosidad.

Cuando ella concluyó su relato, se quedó mirándolo esperando una respuesta o siquiera alguna muestra de empatía al respecto.

El hombre se recostó en su silla y mirando hacia la puerta dijo:

- Recién inaugurado el hotel, trabajó aquí un conserje que se llamaba Dan Eaglefeather, encargado del piso diez. Era un indio paiute... Un tipo más callado que una pared. Fue él, quien empezó a reportar las cosas que pasaban ahí.

El señor Loft cambió su expresión a una máscara de nostalgia mientras se hundía en sus recuerdos. Así continuó:

- Sí que era difícil encontrar quien estuviera dispuesto a asear el cuarto. Y los huéspedes solo podían estar ahí una noche, a lo sumo dos. No fue hasta el suicidio que decidimos dejarla vacante la mayor parte del tiempo...Luego en mil novecientos...

Entonces fue el turno de Cassandra para escuchar, y como su imaginación era más que volátil, casi pudo viajar en el tiempo para revivir los horrores de aquel pedazo de infierno que estaba en el décimo piso.

Luego el hombre abrió uno de los cajones de su escritorio de dónde sacó una carpeta con una especie de expediente de todas las cosas extrañas acaecidas en aquel lugar desde hacía casi veinticinco años. La chica examinó fotos y documentos sin dar crédito a lo que veía. Al final para concluir, el jefe dijo:

- El viejo Dan decía que todo esto era una tierra maldita. Que habían puertas hacia otro mundo donde acechaban cosas sin nombre en la oscuridad... y tonterías como esas...

Ella casi con incredulidad reclamó:

- Si sabía que había peligro... ¿Por qué dejó que esto pasara?... ¿Por qué me revela todo esto hasta hoy?

El anciano regresó a su actitud condescendiente de siempre y dirigiéndose a ella en un casi tono paternal dijo con desesperanza:

- ¿Cassandra, qué haré con usted?

- Los huéspedes pudieron salir dañados o...algo peor – alegó ella con algo más que rencor.

El hombre la vió directo a los ojos y con un desprecio solapado, exclamó:

- ¡Exagera!... ¡Nada habría pasado!... Hasta aceptaron la cortesía de quedarse esa noche en la "Suite Deluxe" como el italiano flacucho aquel... Y aunque esa fuera "la puerta al infierno".... ¿cree usted que a la Junta Directiva le interesa?....Solo es un espacio a llenar.

Ahora fue el turno de ella para devolver una mirada intensa a su jefe, que se vio intimidado por aquellos ojos acusadores. Y para cambiar de tema, el hombre cuestionó:

LA HABITACION DEL CASTILLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora