Cierto día un asno encontró un paquete en el camino. Para su sorpresa, descubrió que contenía una piel de león. El burro se puso tan contento que se vistió la piel de león mientras exclamaba:-¡Estupendo! Justo lo que andaba buscando.
A continuación fue a admirar su reflejo en el agua de una charca cercana.
-¡Ahora soy un león! ¡Voy a enseñarles a todos a no reírse de mí nunca más!
Y el burro se encaminó hacia el bosque con aire de superioridad.
El pobre animal con el que se encontró fue un jabalí.
El pobre jabalí se dio tal susto que salió huyendo a toda prisa, se estrelló contra un árbol y cayó sin conocimiento.-¡Que divertido! se dijo el asno, satisfecho de su éxito.
Poco después se cruzó con un zorro que, al verle, quedó petrificado de terror.
-Señor león, es usted un animal digno y noble.
-¡Se lo suplico, no me devore! -imploró el zorro.
En poco tiempo el bosque entero era presa de una gran confusión a causa de este falso león.
Aterrorizados, los monos volaban de rama en rama y los conejos huían.-¡Que divertido!, se dijo el asno. Si rugiera como un león, aún les daría más miedo.
Y se puso a rugir. Al menos eso pensaba él, pues su rugido más bien parecía ..¡un rebuzno!
-¡Escuchad, escuchad todos! -exclamó un mapache-. No estáis ante un león sino ante un asno disfrazado de león!
Y así fue como los animales del bosque, muy enfadados, descubrieron el engaño del borrico.
Moraleja: Un disfraz puede ocultar a un tonto pero no sus palabras