El pecado que nos asedia

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                      Definitivamente no estaba recordando ni aplicando lo aprendido, todo se descontroló en un abrir y cerrar de ojos, cuando mis manos comenzaron a reposar lentamente sobre las suyas mientras la abrazaba por la espalda... la respiración empezó a cambiar... mis manos se deslizaron sobre su estómago pasaron por su cintura y cayeron sobre su cadera, "Uff, su calor" podía sentir como el nerviosismo la invadía, continué lentamente... tocando con la yema de mis dedos cada espacio de su piel, llegué a sus piernas y en mi desesperación quería continuar a todos los lugares prohibidos, necesitaba su aprobación. La atraje hacía mí con fuerza pero sutileza, mientras mis manos recorrían su cuerpo, me acerqué a su cuello para besarlo, permitiendo que el roce de mis labios tocara su piel suavemente y presionando de menos a más, no hubo resistencias, subí por su cuello hasta su oreja directamente y la besé, despacio, sutil, sin ruidos molestos, solo el contacto de mis labios con su piel. Entramos en contacto, no podía ni quería detenerme, sus labios me llamaban, sentía como ella también lo quería, solo debía convencerla de que todo estaba bien; seguimos envolviendonos en el juego que ya había comenzado y me posé con mis labios sobre el borde de los suyos para buscar la aprobación total, se volteó, me miró fijamente con sus ojos llenos de dudas, deseo, sus ojos me mataban, me quemaban al fuego vivo, tenía que hacer algo al respecto pero se me adelantó y besó mi nariz, era su aprobación, era mía. 

                     Quería besarla, pero aún en el mayor momento de tensión me gustaba tensar las cosas aún más, tenía una regla, que no me iba a permitir romper, los 95% a 5%, y la usé, mientras tocaba su cuerpo lentamente me acerqué a sus labios, al extremo de poder sentir su respiración envuelta dentro de mi boca, con los labios a medio abrir, y me quedé ahí, esperándola, mientras las caricias se intensificaban, esperaba que ella actuara, que avanzara, no se movió. ¡Raaaaaaayos! Eso me mató, era más fuerte que yo, caí entre sus labios, sus ojos, sus manos, su efecto, todo de ella me ponía entre el desorden y caos, destruía todos los estereotipos de cosas que podían ondar en mi mente para hacerlas nuevas, era perfecta y ...ya la amaba.   

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