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Me costó medio viaje en taxi conseguir ponerle un pañuelo para cubrirle los ojos pero mis técnicas de persuasión siguen funcionando en ella, y como el taxista quedó seguro con trauma de por vida con eso le tuve que dar una buena propina cuando llegamos a nuestro destino, son unos acantilados a poco menos de una hora de donde dejamos a Eddie y las niñas, no hay mucha gente alrededor porque la zona no es especialmente turística porque el terreno es muy malo para hacer senderismo, pero es el único lugar que encontré para, finalmente, convencer a Dakota de que éste es el lugar ideal.

-¿Qué es eso que escucho? –me dice cuando tiro de ella y la guio por el irregular camino hasta una colina.

-Solo es el mar, por si no lo recuerdas, estamos en una isla.

-Muy gracioso –gruñe a medias cuando tropieza con una roca pero no nos detenemos.- Si tropiezo de nuevo y caigo, te vas al sofá de por vida.

-Te tengo bien sujeta cariño, no debes estar ni un poquito nerviosa.

Pero ella lo parece, hay un ruido alto y constante que aumenta a cada paso que damos, veo maravillado una enorme bola colorida que comienza a elevarse en el cielo y agradezco que Eddie pasara la noche en vela para conseguir eso, le voy a deber una grande, tan grande como el precio de esta actividad tan especial, hay tres hombres ahí, dos de ellos están atando una cuerda a una estaca enorme que han puesto en el piso, el otro está dentro de la enorme cesta y me hace señas para acercarnos, como Dakota parece no querer andar no me queda más que echármela al hombro y escuchar su chillido mientras la llevo hasta ahí y la arrojo dentro, veo que se saca la venda mientras yo me impulso para entrar, su vista de inmediato sube a la bola de fuego que infla cada vez más el globo y nos comienza a elevar por el aire hasta el cielo, aún sin soltar el pañuelo de las manos me mira con una felicidad incrédula en el rostro.

-¿De qué va esto?

-Ya lo verás, cuando estemos más alto.

La cesta se balancea mientras tomamos altura, optamos por quedarnos en una esquina y miramos como el suelo está cada vez más lejos, me coloco a su espalda para abrazarla y no protesta, entrelaza nuestros dedos que se sujetan al borde con fuerza, está emocionada, eso me alegra bastante.

-Llegamos a trecientos metros de altura, señores –nos dice el hombre que controla el globo, nos da una sonrisa antes de girarse para darnos privacidad.

-Estoy segura que conseguir esto no fue nada fácil –Dakota tiene ahora su mejilla pegada a la mía y ha puesto su voz dulce.

-Digamos que no abundan los globos en Irlanda, a Eddie le costó toda la noche conseguir este, pero para lo que necesito, era necesario.

-¿Y qué es lo que necesitas exactamente?

-A ti, con una nueva perspectiva del mundo.

-Lo has hecho en el sentido más literal de la palabra –suelta una risita.- Y ahora que me tienes aquí, ¿qué?

-Es esto, es todo –con mi mano abarco nuestra vista panorámica espectacular, los acantilados frente a nosotros, pintorescas casas, edificios, ruinas y castillos a lo lejos, increíbles playas azules, un cielo cubierto de nubes y varios curiosos abajo que se detienen a sacar fotos del globo.- Cuando volvimos de promocionar la película me di cuenta que tu espíritu está hecho para andar sin parar, ir un lado a otro, que necesitabas ir de aquí a allá por el mundo, y no ibas a conformarte con solo estar aquí.

-Jamie –ella se gira en mis brazos, se ve sorprendida.- ¿Es por eso que hicimos este viaje, no es así? Quieres que me enamora aún más de este país para que me convenzas de quedarnos aquí.

-Eso era de un principio, no me malentiendas, alguna vez me dijiste que tu infancia la pasaste de un lado a otro y que al algún momento deseaste tener una familia normal en una sola casa e ir a una sola escuela, sé que necesitas también estabilidad en medio del movimiento.

-Y así es, la tengo, en nuestro hogar, nuestra casa y nuestras hijas y nuestra familia... y tú, eres lo que necesito, donde quiera que esté.

-Y voy a estar a tu lado siempre, la cosa es... lo necesitas, y lo sabes.

-¿Llevar una vida nómada?

-No, estar en movimiento.

Se queda pensándolo un momento, luego devuelve la vista a todo lo que nos rodea y suspira.

-Es a lo que estoy acostumbrada, tengo amigos por todas partes, me gusta conocer y aprender –su voz bajó.- Y lo que has hecho por mí en este viaje es exactamente eso, así que no debes preocuparte por que un día me vuelva loca y tome un avión que me lleve a la otra punta del mundo.

-Me alegra escuchar eso, demasiado, pero quiero que sepas algo muy importante –tomo su rostro sonrojado entre mis manos y veo sus preciosos ojos azules que brillan con emoción.- Es nuestro.

-¿El globo?

-Eh, no, pero podemos comprarlo si quieres, si lo aprendes a conducir tan bien como el auto –ella comienza a reír mientras me rodea con sus brazos, una ráfaga de aire nos mueve despacio y balancea la cesta.- Ahora en serio... el mundo es nuestro.

-¿Ah sí? ¿Lo haz conquistado solo para mí?

-Lo haría las veces que sean necesarias- atraigo su rostro para besarla y luego nuestras frentes quedan unidas.- Dakota, el mundo en nuestro, cada rincón de él, y vamos a compartirlo, recorrerlo, conocerlo y explorarlo por el resto de nuestras vidas, solo contigo podría hacer eso.

-Yo no querría que fuera de otra forma... te amo muchísimo.

-Y yo a ti, te amo y será así por siempre, mientras el mundo gire y tu mano se aferre a la mía, nada más importará.

Y ahí comenzamos a besarnos de nuevo, el beso es tan suave que parece nunca acabar, saboreo unas lágrimas que bajan por sus mejillas y solo nos quedamos abrazados hasta que comienza el descenso, de vuelta a la tierra. A nuestro hogar.

Oficialmente el plan "Quédate" ha sido un éxito.

Paseamos por el lugar hasta que otro taxi vuelve por nosotros y nos lleva de vuelta a plaza azul justo a tiempo para ver a las niñas regresar, es media tarde y vamos a comer en un restaurante ahí cerca, Dakota y yo estamos todo el rato tomándonos de las manos, y sé que eso fastidia a las niñas que hacen muecas por todo; decidimos regresar temprano al hotel donde pasaríamos la noche ya que Eddie y las pequeñas están agotados, agradezco enormemente cuando Hannah convence a las niñas de tener otra fiesta de pijamas y películas –esta vez no habrá saltos y montarían una tienda de campaña con las sábanas de la cama- y Zeppelin no tarda en seguirlas, chico listo.

Finalmente tenemos el tiempo a solas que necesitábamos, así que cuando la puerta se cierra tras nosotros la ropa cae y la cama no queda suficientemente cerca, me veo empujado a un sofá y Dakota se apresura a ponerse a horcajadas de mí, tomo sus caderas para bajarla sobre mi miembro y entrar dentro de ella despacio, ella comienza a moverse y yo toco y beso cada parte de su cuerpo, muerdo su clavícula juguetonamente y cuando enreda sus manos en mi cabello bajo a sus pechos para besarlos con ganas, me meto un pezón en la boca y comienza a gemir más algo, sé lo que necesita, comienzo a impulsar mis caderas hacia arriba cuando ella baja, sus manos van a mis hombros para hacer más fuerza y siento sus uñas rasguñarme cuando se acerca el momento.

-Eres mío –dice aumentando el ritmo.

-Y tú mía.

Busco su boca, nos besamos sin control y llega el momento, ambos estallamos, gritamos, nos fundimos con el todo.

Luego solo nos abrazamos, con la piel cubierta de sudor y el único sonido de nuestras respiraciones.

-Quédate conmigo.

Sonrío contra su hombro.

-Así será siempre.




-

Aún falta el epílogo ;)


Stay |Relato| Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora