Fénix: El Inició Del Sueño

Capítulo 37: Ánimos Caídos

Tras la trágica muerte de Thamara el pueblo Sheisa solo se mantenía oscuro y con un ambiente que demostraba la tristeza que se estaba sintiendo en esos momento. Esa mañana sería el funeral de Thamara y Hadruk junto con la ayuda de Annie se encargarían de preparar todo la despedida más triste que pudieran afrontar desde hace años. 

Después del combate entre Kevin y Ed, el jefe de los Sheisa quedó devastado por la muerte de su hermana menor ahora ya no pronunciaba palabra alguna y en lo que se preparaba todo para la ceremonia él se mantuvo en su casa encerrado. Kevin por otro lado se encontraba malherido e inconsciente, pero vivo gracias al sacrificio de Thamara.

-¿Dónde está él?- preguntó Zet con una congoja en sus palabras en lo que miraba al suelo

-Sigue en su casa encerrado y lo entiendo no debe ser nada gratificante saber que mataste a tu propia hermana en un momento de ira- le contestó el vasallo de Ed, Baltross un hombre con barba en forma de triángulo que resaltaba sus ojos cafés claros y además de darle una apariencia muy varonil para tan solo tener unos 37 años de edad pues era la misma edad de Zet ya que ellos se conocían desde hacía tiempo.

-¿Cómo fue que todo esto pasó?, no me siento libre de culpa de igual manera si no hubiese aceptado el reto de Ed desde un principio quizás esa pobre muchacha aún estaría con vida- se recriminaba el mismo crujiendo sus dientes con furia

-Si eso no hubiese pasado Ed jamás se habría dado cuenta del camino que había estado siguiendo hasta entonces. Tal vez no te conozca de mucho pero de algo estoy seguro Sir Zet héroe de la Gran guerra de hace 30 años atrás, un niño que con tan solo 7 años logró hacerle frente a un Asquerius él solo, puedo decirte que no fue tu culpa porque la maldad no rige tu corazón- le dijo Baltross colocando su brazo en el hombro del Auros.

-Gracias Baltross, desde que te conozco siempre has sido una persona que busca la esperanza en todo lo malo que vea y por eso te llevas muy bien con Reylax ¿cierto?- Zet le sonrió y prosiguió adelante para entrar en la casa de Ed y hablar con él.

Al entrar se dio cuenta de que su viejo amigo y ahora se encontraba deplorable, en un estado que daba lástima ya que se encontraba tirado en el suelo y con la mirada perdida. Varias cosas estaban rotas y quebradas, Ed había entrado en un estado de shock y desánimo completo pues se veía como toda la noche se la pasó bebiendo por la botella de Ron que sostenía en su mano.

- Ay amigo en que caiste- se lamentó Zet viendo el estado del jefe Sheisa -Nunca te había visto en esta situación, ni siquiera cuando tu padre murió- le dijo Zet tomando asiento a la par del hombre.

Ed dejó ir una sonrisa sarcástica mientras aún veía al vacío - Creo que en ese momento tenía porque luchar- le respondió con los ánimos por los suelos

-Aún tiene porque luchar, lo que pasó ayer fue un accidente...- se detuvo Zet cortando lo que iba a decir

-Un accidente que terminó con la vida de mi hermana y todo porque no fui capas de controlarme en un momento de ira- dijo Ed empezando a palidecer y con los ojos llorosos

-Tal vez si estabas enojado y segado por la ira de tu propio corazón, pero ella se sacrificó para que tu pudieras darte cuenta del mal camino que estabas tomando, no hagas que su sacrificio sea en vano- Zet trataba de apoyarlo y darle fuerzas en ese momento tan amargo por el que debería estar pasando. -¿Ed porque te segaste por tu ira mientras peleabamos?-

El hombre duro un tiempo en contestar aquella pregunta, pero al final pudo ofrecerle una respuesta al Auros que no había nada más que esperar a que contestará. - Creo que deje que el sentimiento de querer negar lo que está pasando afuera, me hizo perder el control por completo. Sabía que si sucedía una nueva guerra mi pueblo estaría en peligro y mis hermanas.... Ellas son la razón por la que seguía vivo y por la que seguía luchando contra todo, debía protegerlas a cualquier costa porque se lo prometí a mi padre antes morir y le fallé- dijo ya con las lágrimas por fuera y con ganas de querer gritar todo el dolor por el que estaba pasando.