Abrigo

78 11 9
                                    

China iba caminando en el parque cuidando a los pequeños Hong Kong y Taiwan.

—Jǐa Lóng no te alejes tanto, aru.

—¡No me alcanzas Mèi! —gritó un pequeño Hong Kong.

Taiwan se alejó de China para correr tras Hong Kong. China trató de alcanzarlos pero no pudo. Ambos niños corrían como caballos, daban saltos, se subían a las bancas, a los árboles, con tal de escapar, también se habían dividido, así si China trataba de alcanzar a uno no alcanzaría al otro.

Al final China no pudo más y se sentó en una banca. Esperó una hora a que a sus diablillos se les acabara la energía. Cuando al fin cayeron rendidos en la banca, China les compró dos helados a cada uno.

Se pararon de la banca, para caminar un rato y luego irse a casa. Sin embargo, por alguna extraña razón a los pequeños les estaba dando frío.

—¿Tienen fiebre aru? —preguntó China mientras tocaba la frente de cada uno.

—No, pero queremos un abrazo —dijo Mèi y acto seguido ambos pequeños abrazaron a China.

China se sintió bien con la calidez de ambos pequeños y les devolvió el abrazo.

Todo iba bien hasta que...

—Oye Xiāng ya se como abrigarnos mejor.

—¿Cómo?

—Solo, haz lo mismo que yo.

Mèi metió la cabeza dentro la túnica de China, y Jǐa Lóng rápidamente hizo lo mismo que ella.

—¡Aiyaa! ¿Qué están haciendo aru?

China sentía vergüenza, esa acción de parte de los niños había atraído la atención de mucha gente.

Entonces un chico con cabello rubio platinado y muy alto se acercó a China y sus pequeños.

—Jeje, se ve que se están divirtiendo, da~ —dijo con su típica voz dulce e infantil.

—¿Ru..Rusia aru? —dijo China mientras se sonrojaba—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Desde hace rato he estado observando como jugabas con tus hermanos, fue divertido ver como corrías... —al mencionar eso China se sonrojó aún más— ...ojalá yo hubiera sido así con mis hermanas.

De pronto, adquirió un aura deprimente, sabía que Rusia siempre había estado solo y que por eso algunas veces se comportaba como un niño pequeño. Y así como llegó el aura deprimente se volvió a ir, el ruso volvió a poner con su tierna sonrisa infantil.

—Si quieres puedo ayudarte abrigarlos, después de todo amo a los niños y tengo un abrigo muy grande para todos, ufuf~

—No. No es necesario aru.

A pesar de que China negó su abrigo, Rusia le abrigó con todo y niños.

Los tres estaban envueltos en su abrigo. Rusia podía sentir la calidez de los tres. Se sentía como tener una familia. Claro, que en esta familia China era su esposa.

¡Feliz Cumpleaños, Hong Kong!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora