El panda polar

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Era el final del día. A los pequeños Canadá y Hong Kong les habían hecho una fiesta en casa de Inglaterra. Pero al ser una fiesta infantil, muchos se fueron temprano, después de comer la tarta de cumpleaños. La tarta de cumpleaños había sido un regalo por parte de Francia. En realidad, Francia también cocinó la comida de la fiesta, ya que tenía miedo de que Inglaterra ahuyentara a todos con su asquerosa comida. También llevó algunas personas para que fueran meseros en la fiesta.

Inglaterra había estado al tanto de la decoración y de supervisar a todos.

China regañaba a Inglaterra porque no estaba poniendo suficientes elementos chinos en la fiesta. Inglaterra trataba de que la decoración fuera 50% occidental y 50% oriental.

Y por alguna razón lo logró, y sacó una sonrisa de parte de China.

Entre los obsequios que China les había dado a los niños había: tres qipao de color rojo (para la suerte), algunas semillas de peonias y tinta china. Mientras que Inglaterra les regaló libros de cuentos de hadas.

Ambos habían recibido muchos obsequios ese día. Pero por alguna razón abrieron primero los de Inglaterra y China.

Los libros de Inglaterra no llamaron mucho la atención de ambos niños. Sin embargo, la tinta china del regalo de China les llamó mucho la atención.

Hong Kong sabía que esa tinta se usaba para escribir caracteres chinos de forma tradicional. Sin embargo, el joven Canadá no sabía nada de esto.

—Kumajaro ¿Qué piensas que es esto? —dijo mientras le daba el bote de tinta china a su oso.

—¿Quién eres?

—Soy Canadá

—Y yo Hong Kong —dijo mientras agarraba una de las patitas de Kumajiro a modo de saludo de manos.

—León ¿y tú que piensas que es esto?

—Es tinta china, se usa para escribir. Así como la tinta que usa Inglaterra para escribir sus cartas.

—¿Las cartas extrañas que le escribe a China?

—Tambien las cartas que escribe a sus demás aliados y a su jefe.

De pronto, se escuchó un ruido. Kumajiro había abierto un bote de tinta china y se había manchado una pata.

—¡Oh, tonto Kumojero! Ya te ensuciaste, tendré que bañarte.

—Casi parece un panda.

—Espera....¿tú crees que luce como un panda? Ahora que lo pienso es verdad

Ambos miraron al panda de peluche de Hong Kong.

—Tengo una idea, ¿y si transformamos a tu oso polar en un panda?

Ambos niños vieron esa idea como la mejor y más innovadora idea que se haya ocurrido en la faz de la Tierra.

Abrieron el otro bote de tinta, y con sus manos pintaron de negro las orejas del oso, la parte de arriba de su torso, sus brazos, sus patas y alrededor de sus ojos.

Cuando terminaron de pintarlo, ambos niños se alejaron para admirar su obra de arte.

El piso de la habitación estaba manchado de tinta y los botes vacíos. Pero no les importó, sólo prestaban atención a su panda polar.

Inglaterra y China entraron a la habitación para ayudar a los niños con sus obsequios. Cuando abrieron la puerta se llevaron la sorpresa de su vida.

—¡Aiyaa! —gritó China al ver el desastre en la habitación, las manchas en el piso y al oso de Canadá llenó de tinta.

—¡Bloody hell! ¿Qué están haciendo?

—Estabamos haciendo nuestro propio panda polar —dijo Hong Kong con un voz tierna.

Al escuchar la voz de inocencia de Hong Kong y al ver lo tierno que se veían ambos niños juntos decidió calmarse.

—Está bien, nosotros limpiaremos este desastre. Ustedes laven al oso, esa tinta se le puede pegar y le puede irritar.

—¡Claro que sí, papá! —dijeron ambos niños con una voz linda e inocente.

Inglaterra sintió una linda calidez cuando ambos niños le llamaron: papá.

—Eres muy blando, aru

—¿Qué?

—Si sigues así, en poco tiempo Xiāng se volverá un delicuente.

—Solo estás exagerando. El es un buen chico.
Acto seguido buscó papel para limpiar la tinta del piso. China solo dejó salir un suspiro y se agachó para ayudarle.

Puede continuar...

¡Feliz Cumpleaños, Hong Kong!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora