Intercambiando osos (Spin off)

93 8 23
                                    

Pasado un año de su travesura pintando a Kumajiro de panda, ambos niños aún lo recordaban y se reían al ver las caras de Inglaterra y China.

Faltaba una semana para su cumpleaños, y aún no encontraban algo para regalarle al otro. Según Inglaterra, iba a llevarles a una tienda por separado para que comprarán el regalo del otro. Pero ahora el tiempo estaba sobre ellos y no habían comprado nada.

A Hong Kong se le ocurrió la idea de regalarle su panda a Canadá, ya que siempre cargaba un oso.

Irónicamente, a Canadá se le ocurrió la idea de regalarle su oso polar parlante a Hong Kong ya que veía que siempre trataba de hablar con ese panda inanimado.

Ese día, Inglaterra había salido a una reunión con Francia para discutir quien se quedaba con unas islas al sur.

No había tenido tiempo para avisarle a la niñera, ya que cuando le llamó, ella había salido de viaje. Le habría pedido ayuda a Japón, de no ser porque China no lo quería cerca de Hong Kong. Y América era muy irresponsable para cuidar niños. Así que no le quedó de otra más que pedirle ayuda a Rusia. Este acepto al instante, después de todo él amaba a los niños.

Llegó treinta minutos antes de la hora propuesta por Inglaterra, a pesar de no agradarse del todo, esto estuvo bien visto por Inglaterra.

"Si alguien es puntual, es lo suficientemente capaz de ser responsable. Y si es responsable puede cuidar dos niños". Pensó Inglaterra.

—¡Priviet! —dijo con su típica voz dulce e infantil.

—Pasa Russia.

—¡Spaciba Angliya! Da~

En ese momento China bajó las escaleras con su ropa tradicional y algunas joyas. Por alguna razón también traía un poco de maquillaje.

—Ujuju~, ¡Kitay se ve bien! Da~ —dijo con su voz infantil aunque podía notarse cierto deseo en su voz.

—Xiè xiè Éluósī —dijo China con un poco de vergüenza y un ligero rubor en su rostro.

Inglaterra solo miraba con cierto enojo y se aclaró la garganta para indicar que ya debían irse.

—¡Priviet dieti! —dijo mientras mostraba su mejor sonrisa—. Ya Rossia.

Los niños solo se le quedaron viendo, no entendieron nada de lo que les había dicho.

—Iznibiní, no hablan ruso, da~ —se aclaró la garganta y continuó—. ¡Hola niños! Yo soy Rusia.

—Soy Canadá —dijo con voz tímida.

—Eres muy alto —dijo Hong Kong.

—¿Oh enserio? Ufuf~, tú debes ser Hong Kong, te pareces mucho a China, da~.

—Dicen que tengo las cejas de Inglaterra —bufó Hong Kong.

—Y a mi me dicen que tengo el cabello rizado de Francia —dijo tímidamente Canadá.

—Si bueno quien tiene hambre (?)

Como buen ruso que es, les preparó борщ (borsch) a los niños. La receta se la enseñó su hermana mayor Ucrania pero él modificó la receta un poco. En lo que la comida fermentaba, revisó la cocina y encontró sobres de té negro para después de la comida. Pero no encontró pan. Así que decidió llevar a los niños a una panadería cercana.

—¿A dónde vamos? —preguntó Hong Kong.

—Vamos a la panadería de Francine. Bueno, sube al carro, le avisaré a China que saldremos por un momento de la casa.

¡Feliz Cumpleaños, Hong Kong!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora