Un día en la oficina

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Esperaba que Kagami al fin se diera por vencido. Aún no entendía como seguía acosándolo, se supone que estaba con Kuroko pero seguía insistiendo. ¿No podía comprender que ya no lo quería? Que ahora amaba a su novio.

—¿Y bien?— Preguntó cuándo vio a su novio llegar. Había esperado impacientemente.

—Sei— dijo al verlo sentado en el bordo de su escritorio, se aproximó y le besó la comisura de sus labios —Le dije que dejara de molestar, espero funcioné.

—No te quiero cerca de él— gruñó abrazándolo de la espalda baja.

—Espera, estamos en la oficina— dijo tratando de quitar las blancas manos de sus glúteos.

—El otro día no te quejaste, al contrario, pedías más— susurró mordiéndole el lóbulo de la oreja derecha.

—Aghh...— gimió por la sensación y se sonrojó, intentaba empujarlo —Espera Sei.

—Sí, será mejor que esperen— interrumpió Masaomi.

—Papá/ Akashi-san— Kōki se separó inmediatamente, no pudo ver al rostro de su posible suegro, estaba tan rojo como un tomate de la pena.

—Bueno venía a decirles que habrá una junta, en una hora, con un socio. Kōki prepara un informe básico de las estrategias sencillas pero que han tenido un gran impacto— prosiguió después de un asentamiento del castaño —. Seijūrō deja a Kōki trabajar, y prepara una estrategia de marketing a corto plazo para una empresa de turismo. Es para un amigo.

—En una hora lo tendrás— nalgueo a su novio y fue a su oficina.

—Akashi-san— murmuró avergonzado por el descaro de su novio.

—Espero que muy pronto me den nietos— soltó una risa al ver el rojo remolacha de la orejas y mejillas del castaño —. Por cierto, tú hermano ha estado tratando de encontrarse conmigo. Seguiré la mentira que ustedes fabricaron.

—Gracias, Akashi-san— dijo avergonzado.

—Anda, a trabajar ¡Que no ves que te odio!— se carcajeó mientras se dirigía al elevador.

Kōki sonrió. Al siguiente día que fue a trabajar, después de correr a su hermano y madre, le informaron de la mentira que habían dicho a su familia. Por lo que tuvo que decirle todo lo que había pasado con su familia y el matrimonio de su hermano, no quería mentirle y que luego lo supiera de otra forma, y tomará mala idea de sus sentimientos por Seijūrō. Masaomi accedió y llevaba un mes evadiendo los encuentros con su hermano, Suzuki. Algo que agradecía.

—Kōki trae el archivo 278.

Escuchó desde la oficina —Ahora voy.

Cada uno se dedicó a su trabajo y prepararon sus reportes. La Junta tardo unas tres horas, entre la presentación y la plática. Kōki se había retirado para adelantar los reportes del mes y se había encerrado en la oficina del pelirrojo para no ser interrumpido por Mitsuro.

——————

Seijūrō regreso a su oficina (sin la parte superior del traje, sin corbata y la camisa blanca arremangada hasta los codos) y encontró a Kōki dormitando en la silla. Sonrió. Dejó su saco y corbata en la silla frente a su escritorio, lo rodeó y se colocó frente al castaño, le acaricio la mejilla y comenzó a besarlo.

—mnghh noo— se removió en la silla.

—Kōki— le susurró en el oído.

El castaño abrió los ojos y pestañeo vario veces —Sei.

—Ya es tarde ¿Te quieres divertirte?— le preguntó mientras se acercaba a sus labios, le besó y profundizó el beso.

Empujó al pelirrojo e hizo que se sentará en el escritorio. Se levantó de la silla y comenzó a besarlo en los labios y luego fue bajando desde el cuello mientras iba desabrochando la camisa.

Disfrutaba cuando Kōki comenzaba los previos. Amaba esa inexperiencia que iba quitándole; poco a poco Kōki iba perdiendo el miedo y el nerviosismo durante el sexo.

Se dedicó a succionar el torso del pelirrojo; regreso al cuello y le mordió, le gustaba dejar una que otro mordida visible; con sus manos acarició la cintura de arriba abajo y fue descendiendo hasta el pantalón. Mientras desabrochaba el pantalón y bajaba el cierre, succionó sin apartar la mirada de esos ojos rojos y mordisqueo las tetillas rosas a su disposición. Lamió el torso en dirección al sendero feliz, mientras dejaba expuesto el pene erecto de su novio; al llegar lamió sus labios y besó la punta del glande.

—Aghh Kōki— jadeo.

Disfrutaba ver esas blancas mejillas sonrojadas por el placer que él proporcionaba. Sabía que no era bueno en las felaciones o seducir, pero le encantan ver lo excitado que Akashi Seijūrō se ponía por tenerlo en su boca. Lamió desde la base hasta la punta, metió el miembro a su boca e inicio la felación.

—Nghh... Ahgg Kō— gimió sosteniéndolo de la cabeza para aumentar el ritmo. Los sonidos de succión y gemidos resonaban por la oficina. Despegó a Kōki de su miembro, lo puso de pie y besó profundamente mientras se cambia de lugar, volteó al castaño e hizo que su cuerpo quedará boca abajo sobre el escritorio. Jaló la silla, se sentó, desprendió el pantalón negro y bajó el bóxer.

Sintió como su pantalón era bajado hasta sus rodillas junto con el bóxer. Gimió al sentir como sus glúteos eran estrujados para luego ser separados —Aghh no... Lengua no mghhh— logró decir pero la lengua que se abrió paso en su interior.

—Está bien— gruñó al ver que se removía mucho. Abrió último cajón, sacó el lubricante y los preservativos, vertió un poco de lubricante en su mano e introdujo uno de sus dedos y para comenzar a dilatarlo.

—Aghhh entra— pidió después de ser torturado por varios minutos.

Retiró sus dedos del interior su novio; masajeo su miembro y colocó el preservativo. Se sostuvo de la cadera a Kōki y lo penetró en una sola estocada.

—Kyaahghh— se corrió manchando el piso debajo del escritorio.

—¿Qué fue eso? ¿Te corriste? ¿Te gusta estar así y que alguien nos pueda ver?—gruñó dándole estocadas lentas.

—Aghh... Ca...cállate— jadeó entre las penetraciones que recibía.

Como pudo desabrocho los primero botones de la camisa y jalo el cuello de la camisa para dejar expuesta la piel noviode su . Lamio y mordió la tersa piel mientras envestía a su novio.

—aghh me corro— jadeo segundos antes de volver al llegar a su segundo orgasmo.

Seijūrō envistió unas cuantas veces más a su novio y se corrió –Kōki.

—Sei— murmuro adormitado.

Salió del interior del castaño y le besó la mejilla. Lo limpio, vistió y lo llevo a su departamento.

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—¿Ya?— pregunto mientras esperaba frente a la puerta del baño.

—¡Espera!

—Vamos, sal. Lo veremos juntos— sugirió nervioso.

—Va-vale— respondió. Nervioso, salió del baño y fue envuelto en abrazo –Tengo miedo.

—Yo también, pero esta vez estamos juntos Reo— beso a su prometido.

Pasaron los minutos y ambos miraron la prueba. Lágrimas surcaban sus mejillas, están esperando a su segundo hijo.

Del odio al amor hay un sólo pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora