El juego del ángel

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Continuación del Registro: No. MCMXCV del onceavo libro.
Alma: Yuuri Katsuki

Día del acercamiento

Son siglos los que pasamos observando a los humanos, pero no todo su tiempo, sólo los últimos 4 días de sus existencias, ni antes ni después.

Al principio era entretenido ver sus invenciones y sus rutinas, pero a medida que pasan los años y las vidas, se vuelve tan monótono que, por lo menos en mi caso, perdí total interés en ver los nuevos artilugios o lugares.

Sólo me enfoqué en las almas ignorando lo demás. Claro que las cosas que se repiten mucho como el uso del dinero, u objetos comunes. No pasan desapercibidos a pesar de ignorarlo. 

Esta explicación es una forma de excusar mi falta de atención o conocimiento sobre algunas cosas. Pues creo relevante decirlo ahora que he tenido un día con más interacción y que sólo es un principio de algo más grande.

Entonces, una vez determinada que mi mera atención era puramente espiritual y nula en lo material, continúo con los sucesos...

Sigo recibiendo muchas cartas, pero ya no me molesto en abrirlas, ya sé lo que dirán. Con respecto al problema, había decidido escoger otra alma, yo creo que puedo buscar por donde vive Yuuri y aprovechando, podría ir a verlo... (Claro, claro, no olvidaría mi meta original, buscar a quién ocuparía su lugar).

Así que dejé todo el lío de correo y decidí ir a su casa.  

Una vez que estuve en su calle, pisé el mundo material, pues quería que me viera desde un principio. Ya las reglas estaban rotas, así que no hacía más daño del que ya estaba hecho.

Me dirigí a la entrada con la determinación de que, en esta ocasión, cruzaría más de dos palabras con Yuuri (por cierto, ya voy siendo todo un experto en caminar).

Era medio día, aunque por lo nublado que estaba, parecía muy tarde.  

Doblando la esquina para llegar a su casa, me detuve en seco. Yuuri iba saliendo y casi trotando cruzaba la calle hacia la otra dirección. Sé caminar, pero correr es otra cosa.

Por la ruta que tomó y recordando su rutina, pude deducir que iría a comprar los víveres. Así que tomé el mismo camino y para cuando volviera lo encontraría de frente. Ese era el plan.

Caminé a paso lento por aquella calle, era interesante todo lo que uno puede ignorar siendo una sombra. El aire frío anunciando la lluvia próxima, los sonidos de los autos avanzando por la calle, dejando ese humo espeso tras de sí (ese no me gustó olerlo). Me crucé con algunos transeúntes, pero nada más al verme, cambiaban de dirección o se pasaban a la otra acera para no pasar a mi lado.

Comprensible, los seres vivos tienen el instinto de supervivencia, cualquier señal de peligro de muerte se les enciende un foco por el cual hacen todo para evitar extinguirse. Ese foco se encendía en esas personas que me evadían, a pesar de que no sabían por qué, pero sensatamente se alejaban de la muerte (por ahora).

En fin, sólo había una sola persona que no se alejaba y era porque su tiempo estaba cumplido...Y hablando de él, justo en ese instante regresaba con varias bolsas en cada mano, caminaba distraído con la vista perdida.

Yo me detuve para esperarlo, revisé rápidamente mis ropas, eran negras (podría haberme puesto algún color, pero al no tener una percepción clara de ellos no los incluí al momento de estar en este lado tangible, ciertamente todo se ve más claro de este lado). Como sea, creo que todo estaba bien, luego me surgió la duda ¿el cabello largo se me verá bien? (Quién diría que alguna vez me preocuparía por mi aspecto)

RequiemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora