Carlos y mi nombre

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Hoy, diario mío, hoy, Carlos se dignó a ir la cafetería, se acercó a mí y me regaló una sonrisa falsa, como la mía hace siete años atrás.

Le entregué su café y se fue a sentar en una mesa.

Varias veces lo descubrí mirándome, como si armara un difícil rompecabezas y tratara de unir piezas que no terminaban de encajar.

Cuando finalizó mi turno, Carlos se acercó a mí antes de que me vaya.

“¿Sos Laura, no?” Preguntó.

“Sí, así me llamo, ¿Cómo sabés?” Respondí y fue como si al fin unió las piezas y terminó ese difícil rompecabezas.

“Me dí cuenta por tus ojos y tu piel pálida.” Contestó logrando que mis cejas se junten.

Y sin más se fue antes de que pueda preguntarle algo más, dejándome confundida.

¿Por qué será que el chico del café sabe mi nombre?

Los secretos de CarlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora