Carlos y su queja

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Ayer tenía tanto miedo a que me despidan ya que ese era el chico que me pidieron que tratara bien, que no sabía qué hacer, así que leí lo que escribió en aquel libro que solo los dueños podían leer.

Señor y señora Rodríguez: Me temo comunicarles que esa chica de lindos ojos del color que mi café, me volcó, a propósito éste, espero que no la despidan ya que yo la provoqué para ponerla a prueba, pero sí les pido que se fijen en su actitud y paciencia frente a estas situaciones.
Yo no creo que ella sea así, solo creo que tuvo un mal día o mi comentario fue muy ofensivo, no lo sé.

Atentamente, Carlos.

Bueno, no era del todo una queja, pero sí que me ponía en un aprieto y al borde del despido.


En fin, hoy me desperté y como de costumbre, fui a la universidad y cuando ésta terminó fui a la cafetería en la que trabajo.

De un momento a otro entró Carlos y se acercó al mostrador donde me encontraba yo.

Pidió su café y sorprendentemente esta vez no estaba provocador ni con esa sonrisa de superioridad, sino que estaba con su semblante serio, como si fuera otra persona, no el chico de ayer.

¿Por qué será que el chico del café estaba así de serio?

Los secretos de CarlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora