Capítulo 3

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    Cuatro meses pasaron, y Liam regresó a casa.

Llegó a mi puerta, con una tenue sonrisa, el pelo un poco más largo y las ropas destartaladas.

    –Tenemos que hablar –fue lo único que dijo.

    Le invité a pasar, nos sentamos en el sofá y reinó el silencio. Por mi mente discurrieron millones de preguntas, pero mis labios sólo pronunciaron:

    –¿Dónde has estado?

    A Liam no le extrañó mi pregunta. No hizo el menor gesto, sino que me respondió, con total naturalidad:

    –Ya sabes, por aquí, por allá, solo, pensando...

    –Creí que te había perdido. Te fuiste, sin dar ninguna explicación. Me dejaste solo cuatro meses. Y ni me llamaste.

    –Compréndeme. Para mí fue un duro golpe que... mi mejor amigo... Me besara, ya sabes –Se aclaró la garganta–. Aún no sé si fue por la emoción del momento... O porque estabas esperando para demostrarme que sentías algo por mí.

    Esta vez no repliqué, y me mantuve en silencio.

    –Me negué a aceptar la simple posibilidad de que entre nosotros, hubiese más sentimientos que la amistad. Tenía miedo. Mi mente se bloqueó, y, tan sólo... huí.

    Mi mente sí que estaba bloqueada. ¿Qué iba a decir? ¿Qué estaba enamorado de él? ¿Qué quería que fuésemos más que amigos? No, ni yo soy tan estúpido.

    –Y, sin embargo... Un día, pensando en pros y contras, resolví una duda que me corroía, una de miles. Niall –murmuró, pegándose mucho a mí–, te quiero.

    Y ahora era cuando normalmente me caía de la cama, me despertaba, refunfuñaba, y me volvía a dormir. Pero esta vez fue distinto. No estaba soñando. Liam me había dicho “te quiero” de verdad.

    Y, tras cuatro meses de acongojante espera, nuestros labios chocaron de nuevo. Y de nuevo ese contacto suave y cálido, profundo, húmedo, romántico, perfecto. Mi corazón dio un vuelco y latió más rápido de lo que lo había hecho en toda su vida. Movió los labios. Era como haberme fumado treinta porros de golpe, no me sentía, todo volaba, todo era de colores, todo era felicidad. Y se separó.

    Sus labios estaban tan rojos como lo estarían los míos. Mi pecho me dolía. Mis pantalones también. Quería más. Más de él. Pero no debía perder el control.

    –Liam...

    –Niall, te deseo tanto ahora mismo...

    –Liam.

    Y, como si me hubiese leído el pensamiento, se abalanzó sobre mí. Mi camiseta voló. La suya también. Recorrió con flamantes besos todo mi cuello y mi pecho, que era casi la mitad que el suyo.

    Su piel al tacto era tan suave como sus labios. Me estremecí. Esto estaba mal. Bajó por el ombligo. Mis pantalones estallarían. Estaba mal. Posó su mano sobre el bulto. Mal. Mal. Mal.

    Grité.

    Liam se asustó un poco y se detuvo.

    –¿¡Qué ocurre!?

    –Liam, lo siento, pero no puedo hacerlo.

    Cogí mi camiseta y salí de casa. ¿Qué había hacho? Yo... Esto no era como lo había imaginado. No así...

   No así...

Maybe I'm addicted to him {Niam Hot}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora