Capítulo 2

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Con mucho cuidado, me desprendí de su brazo que rodeaba mi cintura, salí sigilosamente de la habitación y le dejé dormir. Le preparé el desayuno incluyendo una pastilla y se lo dejé en la mesa.

Salí de casa y me fui dirección a la universidad.

A diferencia de Liam, yo estaba haciendo una carrera, y llevaba dos años estudiando. Él terminaba hace poco una FP y ya se había puesto a trabajar. Malvivía en un pequeño piso de un barrio apartado. Yo me mantenía con la beca, pues mis padres me habían dejado de financiar y tenía que apañármelas de donde fuera.

Las clases transcurrieron con lentitud. Recogí mis apuntes y al salir del aula, me topé con un grupo de jóvenes que cuchicheaban a mi paso. Yo me dispuse a seguir mi camino ignorándolas, pero una de ellas me llamó la atención y corrió hacia mí.

-Hola -traté de ser cortés-, ¿te puedo ayudar en algo, eh...?

-Natasha. No, tan sólo quería pedirte si... -echó un ojo a sus compañeras de atrás, y después se giró a mí con una sonrisa- Si vendrías conmigo a tomarte algo en la cafetería.

-Me encantaría Natasha, pero tengo algo de prisa. Mañana tengo un examen y me lo debería preparar bien. Otro día, ¿vale?

Natasha bufó con abatimiento, luego se despidió con un "no importa" y volvió con su grupo.

Los demás chicos me miraron con recelo, como si acabase de cometer el peor pecado habido. Cierto es que Natasha, aunque no supiese su nombre, sí sabía que era de las chicas más populares en el campus por su "cuerpo descomunal" y comentarios más de albañiles.

Regresé a casa y Liam ya no estaba allí. Suspiré. Se habría ido a trabajar. Me recosté en el sofá y cerré los ojos. Enfrente de mí se encontraba una mirada castaña, que tan bien me conocía. Localicé su sonrisa y se me erizó el vello. Noté su invisible contacto, que era como una reconfortante ráfaga de aire primaveral, y rayos de sol. Me rozaba con un dedo mi brazo, y luego se fue a posar en mi barbilla. Se inclinó para unir nuestros labios...

Y me caí del sofá.

Bufé por haberme tenido que despertar de ese sueño. Algo que aún no he comentado, es que llevo desde que era un crío de trece años, enamorado de Liam. Lo malo es que él siempre fue un Casanova con las chicas, y todo lo que se relaciona con la homosexualidad le repele. Es de comprender que mi situación no era la más indicada para declararme. Más que nada porque, o bien me dejaba de hablar y toda nuestra amistad se iría a la mierda, o bien me pegaba, y se encargaría personalmente de que todo el campus se enterara de mi "condición".

Y bueno, todo discurrió como siempre. Clases, fiesta y Liam se quedaba a dormir en mi cama. Y así fue durante meses, hasta el maldito día en el que se me ocurrió invitarle a casa a jugar a la play.

Estábamos sentados en mi cama, con la tele enfrente y los mandos en las manos. Nadie del exterior podría haberlo notado, pero mi corazón luchaba por salir y de escapar, pues mi pecho le quedaba pequeño. Me dolía estar allí, a su lado, pero tampoco quería que se fuera. ¿Qué iba a hacer?

Entonces, ocurrió. Liam y yo matamos al último enemigo que quedaba en la pantalla. Se giró para abrazarme, y cuando nos separamos, le besé.

Fue un contacto extraño, cálido y muy, muy suave. La sonrisa de Liam se congeló. Sus ojos castaños dejaron de enfocar y, tras un instante en el que parecía que se había quedado vegetal, se levantó, me lanzó una mirada serena, confusa y recelosa, y se fue.

Y no lo volví a ver, hasta pasado mucho, mucho tiempo.

Maybe I'm addicted to him {Niam Hot}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora