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Temblé con el sólo hecho de saber que te lastimaría. Pero sabía que tenía el peso de toda la confianza impuesta en mí.

Sé que su asquerosa confianza no es comparación para lo que tú significabas para mí, pero necesitaba hacerlo.

Mientras incómodamente, ajustabas tu traje de esas tiras en tus hombros y estirabas constantemente el dobladillo de la falda, me acerqué a ti.

-Inclínate -te indiqué.

Giraste asustado. No me conocías, pues nunca te había dirigido la palabra. Sudé frío, comenzaba a sentirme mal.

-Inclínate -repetí.

Un hombre alto y de apariencia imponente se acercó, sin embargo, lo detuve con una mano.

-Sé cómo son los de su tipo. Puedo hacerlo. Espera afuera.

Lárgate y déjanos solos, quería escupirle. No quería que nadie nunca disfrutara de tu dolor.

Me acerqué a ti, provocando que retrocedieras. Quería decirte que no iba a hacerte daño, que podía protegerte. Pero no podía mentirte.

Suspiré una última vez antes de hablar.

-Necesito hacer esto, por favor. Si no lo hago yo, ellos lo harán y será peor, créeme.

Te mostré mis manos y lo que cargaba en ellas. Tus ojos brillaron por las lágrimas.

Negaste frenético.

-Por favor, por favor no.

Me abstuve de hacer cualquier tontería y te giré, con mis piernas te empujé contra el espejo recostándose sobre la madera del tocador y temblaste debajo de mi.

Abrí tu falda, diseñada estúpidamente para que tu trasero pudiera vislumbrarse sin problema. Y para que gente enferma disfrutara de las vistas que yo les iba a regalar. Con el lubricante barnicé toda tu entrada a pesar de tus pequeñas súplicas y lo hice.

En contra de mis deseos.

-Lo siento -te susurré.

Ese consolador de plástico seguramente te lastimó mucho. La cola de demonio cayó con gracia de tu trasero y combinó con tu atuendo.

-Ahora tienes que salir.

Te enderezaste haciendo muecas y caminando con incomodidad; saliste sin dirigirme una mirada.

Tomé mi estúpido traje para prepararme, metí con furia y descuido el consolador en mi ano y tal como tú, salí para hacer eso que odiaba.

Supe que esa noche perdiste la virginidad. Supe también que fue horrible.

Lo ví. Lo siento.

AMOR DE CABARET |Yoonmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora