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Ser la puta preferida del jefe tenía a veces ciertas ventajas. Que él obtuviera lo que quisiera de mi, a cambio de ver tu sonrisa, valdría la pena siempre, ángel.

Un día simplemente pedí acceso a verlo, mientras aún dormías. Estuvimos alrededor de dos horas en su oficina y yo le obedecí a cada una de sus peticiones sin rechistar ni una sola vez.

- ¿Qué buscas a cambio? -me dijo cuando estuvo lo suficientemente saciado.

-Sé que sonará un poco cursi -murmuré en voz baja, luciendo apenado; en realidad sólo esperaba con todas mis ganas que aceptara-. ¿Podría tener un girasol y un chocolate?

- ¿Flores y chocolates? -rió incrédulo.

No le respondí, en cambio mantuve mi cabeza baja y entrelacé mis dedos.

Después de torturadores y eternos segundos de silencio él respondió.

-Está bien, lindura.

Sonreí auténticamente y en un impulso lo abracé.

Al día siguiente él me citó en su despacho cuando aún era temprano en la mañana y tú dormías, nuevamente.

Obtuve lo que deseaba y no hace falta aclarar que él también. Pero en ese momento no podía importarme menos; yo volví feliz a nuestro dormitorio.

Con tus regalos en mis manos.

Tu sonrisa me deslumbró aún más de lo que pude imaginar.

No podía terminar de entender cuán hermoso y puro podías llegar a ser, mi amor.

AMOR DE CABARET |Yoonmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora