Capítulo 2

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Dos meses habían pasado y la mayoría de los habitantes del castillo amaban a Luciana, no solo por su belleza física, sino por el amor y la alegría que ella emanaba, hacia mucho tiempo que la alegría se había ido en el castillo rojo, desde que la reina había muerto el rey no había vuelto a ser el mismo, nadie en el castillo lo era, pero ahora, gracias a Luciana, la felicidad se sentía en todo los lados. La pequeña hacia reír a todo el mundo con sus ocurrencias, incluso el pueblo se empezaba a encariñar con ella, ya que había acompañado al rey en sus desfiles y radiaba felicidad, muchas personas de los pueblos mas alejados de la nación habían ido a la capital solo para conocer a la niña, toda la nación del fuego ahora conocía a la pequeña Luciana.
Pero Luciana no era una niña ordinaria, no, ella tenía los cuatro dones, manejaba El fuego, aire, tierra y agua sin problemas, el rey descubrió una semana después de su estadía en el palacio que ese era el secreto de la pequeña.
Los únicos que sabían acerca de los dones de Luciana eran el Rey, el capitán y Mildred. El rey supo desde el inicio que Luciana era especial, pero ahora lo confirmaba, dio la orden a los que conocían el secreto de Luciana que no podían divulgar al pueblo las especiales habilidades de la niña ya que era peligroso.

Todos en el pueblo decían que el rey debía adoptar a la niña y convertirla en princesa, al fin y al cabo no tenía descendientes y había dejado más que claro que nunca más se casaria.
El rey adoraba a la niña, pero algo le impedía adoptar a la pequeña, no sabia como reaccionaria esta.

🗡🗡🗡

El 16 de diciembre el día del cumpleaños de la pequeña amaneció nevado.
Luciana no sabia todo lo que le esperaría en ese día.
Para empezar las cocineras prepararon su desayuno favorito, después el rey y Shiver estuvieron mas tiempo del habitual con ella paseando por los jardines nevados.
Unas horas después, el rey encontró a Lucy sentada en su cuarto, el cual estaba a unos cuartos del de el rey y la niña se había encargado de decorar. Se la encontró jugando con unas princesas hechas de cristal, le pidió que lo siguiera y ella hizo caso sin chistar, a pesar de ser muy traviesa Luciana tenía madera para ser una princesa, pensaba el rey muy seguido, acataba ordenes y amaba al pueblo.

Al llegar a la entrada del castillo la pequeña abrió los ojos ampliamente y se sorprendió al ver todo lleno de regalos.
-Al parecer varias personas decidieron mandarte estos obsequios hoy
Luciana chillo de emoción y corrió a abrirlos todos.

-Jamas en toda mi vida creí que me dieran tantos regalos.-Luciana aplaudió divertida.
El rey la miro con cariño.
-Si me permites pequeña hay algo que yo quiero darte
Luciana se quedo viendo a el capitán incrédula, en el tiempo que llevaba en palacio le había hecho la vida imposible al capitán. El único momento en el que "charlaban", si así se le podía decir era cuando Mildred le cepillaba el cabello después de bañarse y el capitán le contaba historias fascinantes.
-¿Me hablas a mi?.-Se señalo el pecho Luciana
-¿Acaso ves a otra pequeña por aquí?
-Ya no soy pequeña, acabo de cumplir ocho.-Dijo la niña indignada.
-Bueno en ese caso lo lamento.-Dijo el capitán con un sonrisa.-¿Podría acompañarme, Mileidy, para que le de su regalo?.-Dijo estirando su mano.
Luciana volteo a ver al rey interrogante y este asintió con una sonrisa. Luciana tomo la mano del capitán.

Lo primero que hizo Luciana al ver su regalo fue abrir la boca, Luego volteo a ver con los ojos como platos al capitán y regreso su vista al animal.
-¿Qué... qué es eso?.-Pregunto la pequeña después de unos minutos en silencio
-Tu regalo.-Dijo el capitán con naturalidad.
-Pe..pe...pero
-Prometí, o mas bien me hicieron prometer.-Dijo el capitán mirando de reojo al rey, el cual estaba callado y de brazos cruzados viendo a la pequeña.- que te enseñaría a montar y no puedo enseñarte si no tienes un caballo
Luciana vio de nuevo al animal que tenía enfrente, era un potro negro, negro como la obscuridad más profunda, y recordó haberle comentado una vez al capitán que siempre quiso un caballo negro.
-Es un caballo muy especial, Luciana, esta raza de caballo es única, se les llama caballos de las montañas y solo los encuentras muy rara vez, este caballo es extremadamente fuerte y rápido sin hablar de lo grande y hermoso que son cuando crecen completamente. Oh además es hijo de Sultán 
-¿De verdad?.-Exclamó la pequeña.
-De verdad
-¿Entonces ese caballo es mío?.-Pregunto la pequeña aún sin creerselo totalmente.
El capitán se encogió de hombros
-Todavía no se puede montar, necesita entrenamiento, pero si vas a ser su dueña tienes que venir todos los días a alimentarlo y tienes que ayudarme a educarlo.
La niña asintió repetidas veces
-Tenemos un trato.-El capitán estiró la mano para estrecharla con la de la pequeña
-¡Si!.-Pero la pequeña no acepto su mano, en su lugar abrazo al capitán con mucha ternura.- Gracias
-No hay... no hay de que Lucy
-Tienes que ponerle un nombre.-Hablo por primera vez el rey.
Luciana se acerco al potro poco a poco y aunque le tomo varios minutos tocarlo ya que el caballo no dejaba de moverse cuando lo acaricio lo hizo con mucha seguridad, aunque el animal le doblaba el tamaño ella se notaba tranquila.
-Me gusta Furia Negra
-Entonces Furia Negra será
-Bueno jovencita, se hace de tarde y...
-Después de bañarme cenaremos, me parece perfecto
La pequeña acaricio un segundo mas al potro y se adentro en el castillo dejando atrás al capitán y a al rey.
-Señor...
-Se lo diré hoy, no se como reaccionara, pero no puedo esperar mas, los tres me han escrito y quieren saber que esta pasando.
-Ella lo quiere señor, estoy seguro de que le encantara la idea
-Ya veremos, y ahora...
-Voy con ella
El rey asintió y el capitán también se adentro en el castillo.
El rey vio un momento al potro que ahora se encontraba lo mas alejado posible de el, no sabia como reaccionaria la niña, pero si no aceptaba sabia que se rompería un poco mas su ya destrozado corazón.

🗡🗡🗡

Después de la cena Luciana se encontraba en su cuarto ya con su ropa para dormir, la cual consistía en un hermoso camisón.
La niña Jugaba un con sus muñecas de cristal cuando entro el rey.
-¿Aún sigues despierta?
La niña se sonrojo.
-Yo...
El rey le sonrió.
-Vamos te voy a acostar
El rey la levanto, la recostó y después la tapo.
A su lado Shiver estaba sentada en la alfombra. El rey suspiro y se sentó en la cama junto a la niña.
-¿Ocurre algo, su majestad?.-Pregunto la pequeña
-No, es solo que... Tengo un pequeño obsequio para ti, pero será tu deber decidir si lo quieres
La niña lo veía atenta razonando sus palabras, después de todo tenía ocho años
-Aquí voy, Lucy ¿qué te parecería vivir aquí permanentemente?
Luciana abrió los ojos sorprendida.
-Seria, seria estupendo alteza
El rey sonrió, pero aun no convencido.
-Lucy, de lo que estoy hablando es que... Me gustaría adoptarte, me gustaría ser tu padre.-La niña parpadeo sorprendida, el rey se sintió un poco mal.- Escucha, hace algunos años yo perdí a mi esposa, desde entonces, el castillo se a vuelto un lugar un tanto sombrío, no soy el mismo desde que ella se fue, la perdí.-El rey sonrió tristemente.-Tu me recuerdas mucho ella Lucy, a mi Diana, con tanto amor para dar, y alegría, me gustaría que formáramos una familia, nuestra familia.
La niña no sabia en que punto había empezado a llorar, hacía mucho tiempo había soñado con que alguien la adoptara... y ahora que estaba pasando estaba sin habla.
-No tienes que decidir ahora, y si no quieres entiendo
La pequeña no lo dejo terminar y se lanzo a los brazos del rey, el cual por fortuna la atrapó.
-¿Le podré llamar papá?.-El rey suspiro de alivio.
-Me podrás llamara como tu quieras.
La niña sonrió, y después la sonrisa se borro de su rostro y puso una mueca de horror.
-Seré una princesa
El rey rió por la expresión de la pequeña.
-Serás la princesa mas hermosa de todos los tiempos
La niña asintió con los ojos aún muy abiertos debido a la felicidad.
-Bueno creo que ha sido suficiente por hoy, descansa mi pequeña princesa.-El rey le dio un beso en la frente a la niña y se marcho seguido por Shiver.
Esa noche tanto como el rey como Luciana durmieron con una sonrisa inmensa en el rostro.

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