Capítulo VI - Mas cerca y más lejos

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Ante la llegada de Marcel, las cosas para Jean no eran nada sencillas en aquellos momentos, estaba por así decirlo por pasar su prueba definitiva, si podría engañar o no, fingiendo ser una dama. Tener a Marcel tan cerca no era nada sencillo. De por sí ya era inesperado que le diera una cálida bienvenida, era la primera vez que lo notaba su sonrisa y gestos amables, pero no era a él a quien se las brindaba, era a Marie por supuesto, y esto entristecía el corazón del joven, pero ahora no era tiempo de ponerse sentimental, era momento de actuar y brindar un buen espectáculo.

Marcel miraba con mucha atención e insistencia, en algunos breves momentos a Jean, haciendo que este se sienta incómodo y muy nervioso, sintiendo que en cualquier momento sería descubierto, y aunque Marcel se mostraba cortes, Jean sentía que pronto descubriría su identidad.

Pero la situación se tornaba diferente cuando Marcel estaba a al lado de su hermana, la sonrisa fluía y el ambiente era armonioso.

Los días comenzaron a transcurrir y poco a poco Jean comenzaba a habituarse a su nueva vida, Laurie le enseño cuales eran sus funciones, y estas se limitaban a servir a Marcel, en algunas ocasiones debía entrar en la habitación del joven amo, llevándole alguna bebida, la mayoría de veces Marcel leía los libros que se encontraban en su gran biblioteca, esto causaba admiración en Jean, quien nunca había podido aprender a leer y escribir, pero tenía muchas ganas de aprender. Marcel que habiéndose percatado de la curiosidad que despertaban los libros en Marie, le pregunto en una ocasión.

- Siempre que ingresas a mi habitación te quedas observando los libros de manera embelesada... ¿Quieres leer algún título en particular?

Jean quién se ponía muy nervioso cada vez que Marcel le dirigía la palabra, en primer lugar por ser descubierto y segundo por la imponente presencia del joven, respondió con voz muy baja:

- En realidad... yo no sé leer, pero siempre me llamaron la atención los libros.

Marcel noto que la mirada de Marie se había vuelto algo triste, y como buen caballero, no podía dejar que una hermosa jovencita como ella, pusiera una mirada tan triste, pregunto sin pensarlo mucho:

- ¿Te gustaría aprender a leer? Mejor dicho ¿Te gustaría que te enseñara a leer?

Jean, olvido por unos instantes los nervios y asintió con mucha felicidad, por fin podría aprender a leer, sus ojos resplandecían, no podía evitarlo, Marcel al ver la cara de felicidad de la joven, también sonrió y miró con mucha ternura a Marie, quien empezó a despertar en él un cálido sentimiento, era diferente del cariño a su hermana, este era un sentimiento indescriptible, y le daba una sensación de paz.

Dicho esto, ambos quedaron de acuerdo para las clases, serían en la tarde, cuando Marcel regresaba a casa. Jean siempre esperó cada clase con entusiasmo, porque estaba aprendiendo a leer y así sería capaz de conocer muchas cosas que para él habían sido negadas hasta aquel momento.

En cierta ocasión, Laurie pidió a Jean llevarle un té a Marcel que se encontraba en su habitación, este fue inmediatamente, además sabía que también esa tarde tendrían una sesión de estudio, y hasta el momento Jean ya podía leer algunas palabras, y hacer oraciones sencillas, era un buen alumno, o tal vez Marcel era un excelente maestro. Cuando Jean toco la puerta de la habitación, nadie respondió, así que este se anunció y entro, pero se dio cuenta que todo estaba en silencio absoluto. Y dejando la charola en la mesa, se percató que Marcel había quedado dormido en su sillón, realmente debía estar muy cansado , aquel día, y aunque Jean quería iniciar con sus clases, prefirió no molestar a Marcel, así que fue en busca de una manta y lo cubrió, pero mientras lo hacía, quedo contemplándolo por unos instantes, se notaba mucha tranquilidad en su sueño, haciendo que Jean se pregunté con que soñaba, luego vio su rostro, tan atractivo, sus largas pestañas, y su sedoso cabello castaño, sus finos labios, y su blanca piel, nunca se había fijado tan detalladamente en Marcel hasta esa ocasión, y en un impulso que ni el entendió, levanto su mano tocando el rostro del joven, como creyendo que se tratará de un sueño, de una ilusión, de un truco jugado por su imaginación.

Y mientras le acariciaba la mejilla con mucho cuidado, reacciono y se dio cuenta del acto tan bochornoso que había cometido, pero cuando estaba alejando su mano, Marcel despertó y mirándolo fijamente pregunto con sorpresa:

-¿Marie que estabas haciendo?-

Jean muy nervioso, titubeo no sabía que decir o hacer y dijo que Laurie lo había enviado para dejarle un té y pidiendo disculpas anuncio que se retiraba de una vez, para no incomodarlo más. Entonces Marcel levantando su mano, y sujetando la mano de Jean dijo:

- No te vayas Marie, quédate un poco más aquí conmigo, hoy no habrá clases, ¿Por qué quiero que me cuentes sobre ti?

Jean al escuchar ese pedido no supo que responder, y quedo en silencio, pero luego soltándose de Marcel añadió:

- La historia de una plebeya no sería interesante para alguien como usted- Pero Marcel replico:- ¿Quién se supone que soy yo?

Entonces Jean contesto con seguridad:

-Quien más que el dueño de casa, amo y señor de todo lo que aquí se encuentra, y no creo que mi historia sea importante para usted- finalizo Jean, un poco consternado.

Marcel dio un suspiro y respondió mirando a los ojos de Jean:

- Yo no soy dueño ni señor de nada, toda la fortuna le corresponde a mis padres, que como verás siempre están ausentes, yo busco mi propio camino, y cuido de mi hermana quien es lo único que tengo. Yo solo soy el hijo que vive de su apellido por ahora, pero algún día formaré mi propia fortuna. Si tu historia me parece o no insignificante eso solo dependerá de que la escuche hasta el final.

Jean muy sorprendido por la contundente respuesta de Marcel, y por su mirada que parecía escudriñarlo por cada rincón de su ser, acepto relatar su historia, y comenzó diciendo:

- Está bien, si usted desea oírlo, lo hare, no tengo otra alternativa verdad- Diciendo esto miro a Marcel y este hizo un ademan afirmativo, Jean prosiguió:

- Perdí a mi padre a los siete años y a mi madre a los diez, de ahí fui a parar a la casa de una tía, quien veía en mí una pesada carga, pero fue la única que me brindo un hogar, aunque me echara en cara su buena obra, ella – entonces Jean hizo una pausa- murió recientemente y fue Laurie quien me recogió, ella y la señorita Camille, dieron a mi vida un cambio que nunca imagine sucedería.

Marcel quien había escuchado con atención, sostuvo la mano de Jean y dijo.

- Has sufrido mucho criatura, te aseguro que ya no volverás a pasar por sufrimiento alguno, al menos no mientras estés aquí- luego de haber pronunciado estas palabras, este acerco su mano al rostro de Jean y acariciándolo, lo miro fijamente, empezando a acercarse, se vio reflejado en los hermosos ojos verde esmeralda de Jean, y a escasos centímetros del rostro de Marcel, Jean sintió que su corazón se le saldría del pecho, nunca antes había sentido algo similar, ni cuando se encontraba junto a Camille, entonces cuando parecía que el ambiente se había tornado muy incómodo, y sus rostros se encontraban cada instante más cerca y podían sentir la respiración del otro, Jean dio un suspiro y volteo el rostro, y pidiendo disculpas, se alejó de Marcel y salió de la habitación, dejándolo completamente solo y aun perplejo, sonrió para sí mismo y se dijo:

- Desde que la vi no he podido quitármela de la cabeza, siento que la conozco de tiempo atrás, esos hermosos e inolvidables ojos, ¿dónde los he visto?- se preguntaba, y al final finalizo susurrando: Marie ¿Que me has hecho que no puedo sacarte de mi cabeza?-

Mientras tanto Jean, que salió presuroso de la habitación, salió corriendo por el pasillo, no percatándose que Laurie se encontraba cerca de él, yendo raudamente a su habitación, donde se dijo para sí mismo:

- Eres un tonto Jean, que consigues estando tan cerca de él, este sentimiento solo debe ser para Camille, me estoy volviendo loco ¿Qué me está pasando?-

La rueda del destino ya había empezado a girar y estos dos desconocían lo que el futuro les tenía preparado, su historia ya había dado comienzo.

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Le Petit Lys - Double AmourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora