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—¡Bebé! —gritó mamá.

Ella estaba desde hace bastante tiempo intentando darme un abrazo, gesto que siendo sincero no tenía ganas de recibir, y por ello este no fue la excepción, lo que hice fue darle un beso en la mejilla mientras me movía a un lado para que sus brazos no me tocaran, luego fui abrazado por Samy y Ruth, mis hermanas, quienes al igual que mamá nunca se perdían los domingos.

—¿Cómo has estado? Apenas llegamos Norma comenzó a quejarse de ti y tus "aventuras nocturnas" —Ruth hizo comillas con los dedos—. ¡Tenías que ver a mamá! Tenía las mejillas tan rojas que parecían un tomate.

—Mmm —coloqué mi dedo índice en mi mentón mientras fingía pensar—, Norma sólo busca atención... Ya sabes, desde que el conserje la dejó por la ginecóloga está algo susceptible.

Me acerco a ellas para decirles todo eso en el oído, Norma y yo teníamos una especie de guerra no declarada desde que yo llegué al hospital y le dije con mucha intención, que parecía un ogro. Desde entonces ella busca las maneras más absurdas de hacerme quedar en ridículo frente a los demás, sin importar de quién se trate.

Si, yo soy inmaduro, pero ella no es más, porque hay al menos 30 años de diferencia entre nosotros.

—Para ti —murmuró Samy en mi dirección, a la vez que me lanza una bolsa con lo que parecen ser dulces, y yo no hago más que intentar abrazarla mucho más fuerte que antes, sé que debieron ser preparados por Ruth y ella misma con edulcorantes, lo cual hace que sean aún más especiales.

Ella me esquiva rápidamente, y sonríe con autosuficiencia, la misma petulante sonrisilla que pone cuando rechaza a Jay. 

Lo que me hace recordar que debo de saludarla de su parte, ciertamente mi amigo está más que deslumbrado por mi hermana, él insiste en que no se trata más que de un juego, dado que desde su punto de vista Samy o Luz —como él prefiere llamarla ya que es su primer nombre— nunca le va a corresponder. Y bueno, seré sincero, opino lo mismo, por su bien, lo espero.

—Gracias —le digo—. Por cierto, Jay te manda saludos, y un "Abre los ojos y date cuenta del partido que tienes frente a ti"

—Dile que ya abrí los ojos y sé perfectamente que Bobby Owens es el mejor partido que puedo encontrar.

Todo aquello fue dicho con una sonrisa y tono lleno de malicia, antes de fingir una cara de tonta enamorada que ni siquiera yo puedo creer. Samy es sólo un año menor que yo, por lo que es tres años menor que que Jay —otra razón por la que no pasará nada, estoy seguro de que él no quiere ir pronto a la cárcel—, y vale, entiendo por qué ahora es así, incluso yo cambiaría después de lo que ella tuvo que pasar. Y no digo que no me guste lo que hace, es mejor que los rechace sin contemplación, porque eso me quita la preocupación de que mientras yo estoy aquí ella estará allá afuera cometiendo más errores que podrían hacerle daño.

—Así qué ¿Bobby Owens?

—Si, me casaré con él y tendremos cuarenta y siete hijos —comenta con normalidad—. Va en mi clase de literatura.

Sólo atino a negar con la cabeza y despeinarla, cosa que se me hace relativamente fácil comparando mi metro ochenta y dos, con sus escasos ciento cincuenta centímetros. Samy y Ruth me recuerdan de cierta forma a las hermanas de Kurosaki Ichigo en Bleach.

Samy es como Karin, indiferente a un grado tolerable, se guarda muchas cosas para si misma, cosa que no estoy seguro si es una virtud o defecto, creo que no la he visto llorar desde que se partió un brazo ya hace unos tres años... y claro, desde que sucedió eso, pero intentamos hacer como que ese incidente nunca ocurrió. Es muy directa, y ni hablar de lo testaruda que puede llegar a ser.

Enamorando a KateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora