シエムプレ テ アマレ (Reddie).

Parte cuatro.

Hablaban y hablaban en aquel sofá. Risas se escuchaban por todo el lugar y de vez en cuando se oían los insultos que Eddie propiciaba a Richie.

—¿Te acuerdas de nuestra primer cita?. —habló Eddie un tanto apenado, por fin preguntaba algo.

—¡Y cómo olvidarla!. —exclamó Richie.

Con suerte Eddie había salido de su casa. Iba directo a encontrarse con el pelirrojo dientes de conejo. Iba distraído pateando una piedra y con las manos en los bolsillos, tarde o temprano tenía que chocar con alguien, alguien que para su grata sorpresa era Tozier.

—¡Hey Eddie Espagueti! ¡Deberías tener más cuidado!. —tomó a Eddie por el cuello, como ya había hecho repetidas ocasiones.

—T-Te he dicho que dejes de decirme así. —apartó a Richie, repito, como ya había hecho repetidas ocasiones.

—¿D-Des-Desde cua-cuándo te vo-volviste ta-ta-ta-tartamudo?. —agregó un énfasis a lo último—:¿Debería llamarte "Eddie el Tartaja"?.

Richie trataba de no reír ante su propio comentario.

—¿Se te ha olvidado el asma?. —no dejaba hablar al pequeño Eddie—: Hace tiempo que no tienes un ataque, pero de seguro que con la película que veremos te dará uno, ¡te lo aseguro! (Obviamente lo decía con sarcasmo, puesto que realmente ya no necesitaba de su inhalador).

—Basta, deja de decir estupideces. —habló con un poco de enojo.

—Mi querido Eds, a este paso te saldrán arrugas. —rió por fin—: Mejor caminemos que se nos hará tarde.

Caminaron por unos vagos minutos hasta llegar al cine, compraron las entradas y se dirigieron a la sala que correspondía. Pero antes compraron golosinas, lo normal.

—¡Estoy tan emocionado Eddie Espagueti!. —corrió hacia su asiento, Eddie le seguía preocupado.

—Richie cállate o nos sacarán. —se sentó al lado de este.

La película había comenzado. Claro que no era de importancia mencionar el título que llevaba. Ambos o mejor dicho, todos, morían de miedo.

—D-Diablos está película nos matará del miedo. —mencionó Eddie mientras agarraba palomitas del envase que estaba en medio de ambos. Richie agarró palomitas al mismo tiempo, quería tomar la mano de su amado, cosa que logró. Ambos se miraron, Richie sonrió mientras que a Eddie se le dibujaba un no tan notorio sonrojo.

—Tus manos son tan suaves. —susurró el bocazas.

—Richie... —aproximó sus labios a los del contrario, era unos de esos extraños momentos en los que se ponía cariñoso. Richie ni corto ni perezoso los unió. Se besaban de manera lenta, algo soportable para Eddie. Se separaron, Richie tenía una enorme sonrisa.

—Eres genial Eds. —

Eddie gustaba de que le dijera así, pero jamás se lo había dicho y no sabía el por qué.

Los mayores se miraban, pero Eddie ocultaba algo. Richard no le dió importancia, suponía que era algo normal.

—Eddie, tú siempre serás genial. —abrazó al de cabello ondulado, quien correspondió con una pequeña sonrisa.

—Te amo Richie... —susurró con la esperanza de no ser escuchado.