Introduccion

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- Agradecimientos -

Quiero agradecer a varias personas, con sus consejos me ayudaron a conformar esta historia, pero principalmente a mis dos mejores amigas.

Valeria Cerda quien todo tiempo ha estado para mi incondicionalmente y a través de sus novelas (las cuales son maravillosas) me ha motivado a escribir este primer intento de algo que puede hacerse grande.

Melissa Torres, a través de sus sabios consejos y largas pláticas me ha hecho cambiar diferentes formas de pensar, es la que me abre siempre los ojos a la realidad y quien me ha hecho apreciar cosas que antes no sabía que existían, he ahí la historia de este libro. Ambas me ayudaron a congeniar diferentes ideas y no nada más en eso, sino también en todos los sentidos.

- Capítulo 1 - Parpadeo -

A todo el mundo le agradan las vacaciones, a mi no. Es lo peor del mundo. Tienes que regresar a casa, empiezan los labores, dejas de ver a tus amigos por un largo periodo de tiempo y en mi caso, las posibilidades de verlos son nulas.

Este verano no fue mejor de lo que esperaba. Mama dijo que tendría que acompañar por 4 semanas a mi tía abuela Lorane, quien esta en cama desde hace 1 mes y tiene una estricta serie de cuidados intensivos con agujas introducidas en todo el cuerpo. No es que no quisiera cumplir esa cantidad excesiva de trabajos, de cualquier forma estaba acostumbrada, es sólo que nunca hablé con la tía Lorane mientras estaba en sus cinco sentidos. Siempre tuvimos el tipo de relación en el que sabes que tienes un familiar pero no le hablas, no es por una razón específica, simplemente porque no se da el momento, ni la necesidad.

Estaba en mi cuarto. Un cuarto simple, paredes beige con dos franjas café oscuro en únicamente dos lados de la pared, la tercera con un espejo rectangular y un mueble del mismo ancho, del otro lado, mi cama matrimonial. Escuché la voz de mama.

- Marissa ¿has empacado todo?

- Por supuesto. Todo listo para las maravillosas vacaciones que te has tomado el tiempo de preparar - dije con sarcasmo.

- Oh vamos. No será tan malo, conocerás más a la tía Lory.

- No me agrada la tía Lorane, nunca le he hablado.

- Ella te quiere demasiado, somos parientes algo lejanos pero te he ofrecido para cuidarla.

- Bueno, como sea. De cualquier forma no tenía otros planes. Nunca los tengo.

- Revisa que tengas calcetines.

- Está todo listo, llévame ahora antes de que cambie de opinión acerca de esto.

Estuvimos dos horas en el auto. Mama intentó hacer plática de cualquier tontería, así que para no hacer mi primer día de verano más miserable escuchando cosas de economía, programé mi iPod para sólo escuchar mi lista de "música favorita".

La casa de la tía era más grande de lo que recordaba, más vieja también. Lucía como sí fuera una casa abandonada por una familia a la que ya no le alcanzó el dinero para pagar la hipoteca. Temerosa, me dirigí hacia la puerta con mi madre detrás y giré el picaporte.

El recibidor estaba vacío, no tenía muebles, supongo que la enfermedad de Lorane la obligó a tener que conseguir dinero de cualquier modo, uno de ellos vendiendo los muebles. Mamá se dirigió a una puerta al fondo, entró y la cerró tras ella. Me limité a mirar el lugar en el que me encontraba.

La casa consistía de tres pisos bastante amplios. El primero tenía el recibidor y la sala, acompañados de una cantina llena de costosos vinos y licores de todo tipo. El segundo era la cocina y dos comedores, el comedor de diario y el de ocasiones especiales con 12 sillas. Al rededor de todo habían 6 cuadros con figuras extrañas y garabatos firmados todos por el mismo artista. El tercero, según yo, eran los dormitorios, un par de baños y los cuartos de huéspedes.

Mama regresó con una mujer que según recuerdo era mi tía Raquel y nos mostró la casa, yo la recordaba perfectamente. Nos dirigimos al tercer piso y pidió que "me instalara". Entré al primer cuarto que se me cruzó enfrente. Un cuarto grande, parecía una suite, tenía baño, sala, un escritorio y una cama dos veces más grande que la mía. Acomodé mis cosas y al terminar me recosté un momento, cerré los ojos y al cabo de cinco segundos los volví a abrir.

One blinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora