Capítulo #2

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Tiempo actual. Domingo 29 de Octubre de 2017.

Mi mente trabaja antes que mi cuerpo. Sé que estoy despertando.

Escucho con atención mi entorno y todo es silencio, abro lentamente los ojos y estoy sobre una cama. Comienzo a enfocar, parpadeo unas cuantas veces antes de intentar levantarme y sentir un dolor agudo en la cabeza.

Llevo mis manos rápidamente a mis sienes, mientras sigo intentando sentarme.

Todo está vacío.

Suspiro y miro la habitación, como buscando respuestas en las paredes y muebles. Frunzo el ceño con confusión y de pronto recuerdos comienzan a venir a mi mente de dónde estoy, qué hago ahí y cuál es mi prioridad.

Alison.

Me saco la sábana de encima de un movimiento y toco el suelo frío con la punta de mis pies desnudos, estremeciéndome; pero, no importa. Camino a toda velocidad por la habitación y abro la puerta.

Unos cuántos pares curiosos de ojos se enfocan en mí, miro hacia abajo y noto que voy en bata. No dudo. Sigo caminando y un doctor me intersecta.

- Señorita, vuelva a la cama. – me sonríe cálidamente. ¿Acaso es estúpido?, ¿no sabe lo que está pasando?

- Mi prometida. – alcanzo a balbucear y él asiente apretando los labios.

- Vamos a su habitación y le diré el estado actual de ella. – señala la puerta detrás, justo de donde acabo de salir.

- Quiero verla. – ignoro. Pero él niega con la cabeza.

- No puede por ahora, ella está en terapia intensiva. – suspiro con alivio. Ella está viva. – Por favor. – vuelve a señalar y me resigno siguiéndolo.

Camino de regreso y sigo sintiendo las miradas sobre mí, de pronto me intimido mientras la puerta es cada vez más cercana, escucho murmullos, sé que hablan de mí; pero, no me importa, es más importante Alison.

Tiempo atrás. Jueves 7 de Noviembre de 2013.

Estaba de nuevo frente a la cafetería, la primera vez que fui había sido una agradable experiencia, por lo que haber decidido regresar fue fácil y así lo hice.

Al llegar, me di cuenta que la misma mesa que había ocupado antes estaba disponible en ese momento y me dirigí rápidamente a ella, sonriendo de satisfacción cuando pude ver la calle tan transitada y húmeda, sin duda era una vista que no se podría mejorar por nada del mundo.

Yo, Lilian Fitzgerald, sentada en una mesa de "Breka Bakery & Café", en Downtown, Vancouver, Canadá. Era sencillamente un sueño. Nunca hubiese imaginado que alguna vez estaría ahí y lo estaba haciendo. Al momento en que me ofrecieron aquella beca, no lo dudé.

La vida en casa no era agradable, no era feliz. Era un teatro donde el papel de la mujer dichosa era representado por mí. Era un lugar donde había dejado que todos tomaran las decisiones de mi vida. Suspiré en medio de mis pensamientos.

Entonces vino a mi mente un solo nombre.

Carlos.

Cerré los ojos. Me había permitido olvidarme de él por esos días excepto por las llamadas telefónicas cada noche y una ocasión donde usamos el videochat. Suspiré con pesar, como si hubiese revelado mi peor secreto a mí misma.

Cuando egresé de la licenciatura en leyes, contraje matrimonio inmediatamente con él, que se recibía como criminólogo de la misma facultad. Nos conocimos iniciando nuestra respectiva carrera, ya que compartíamos materias del tronco común, y al ser el modelo de hombre ideal, no me opuse cuando me propuso matrimonio, sin si quiera pasar antes por un noviazgo.

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