Capítulo #7

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Tiempo atrás. Lunes 13 de Enero de 2014.

Mi primer día de clases y todo era un descontrol.

Me había levantado temprano; me había vestido y arreglado decentemente, cuidando el abrigarme bien porque hacía un frío infernal; había tomado mi material para apuntes, un bolso lo suficientemente grande y finalmente mi paraguas.

Un día vencería el clima de Vancouver.

Salí con tiempo de casa y me encaminé a la escuela de leyes.

Nunca imaginé que al llegar estaría tan abarrotado de gente. La universidad en sí era un tumulto enorme con alumnos de todas las facultades caminando de un lado a otro, algunos andaban en bicicletas o patinetas, otros sentados en césped o bardas pequeñas. Sabía que para tantos era un semestre nuevo, para otros un inicio en su carrera. En mi caso, el comienzo de mis clases del máster. Suspiré recordando los años de universidad y pensando en cómo las cosas cambiaban.

En ese momento era una total adulta en busca de más preparación; pensar que 7 años atrás había sido una recién ingresada a la licenciatura en leyes buscando ser alguien en la vida, me daba nostalgia.

El ruido de risas, murmullos por los pasillos, platicas acaloradas y entusiasmadas, llenaban el lugar de vida. Caminé a paso seguro por los pasillos cuando sentí que alguien corría y se acercaba para comenzar a caminar a mi lado.

- ¡Lilian! – vi los risos y sonreí.

- Christian Gagnon.

- Caminas demasiado rápido. – declaró con falta de aliento. – Eres abogada, no maratonista. – bromeó y yo extendí mi mano sin dejar de caminar.

- Y tú eres abogado, no adivino. – dije oportunamente y él sonrió estrechando mi mano en forma de saludo, seguido de hacerme parar para besarme ambas mejillas.

- Tus costumbres son adoptadas. – dije calculando.

- ¿Te molesta? – preguntó con el ceño fruncido. – Lo vi en una película y me pareció divertido. – dijo encogiéndose de hombros. – Sé que no puedo hacerlo con todos, pero eres mexicana, creo que es usual.

- Lo es. – declaré para su tranquilidad.

- Genial. – suspiró. – Muéstrame tu horario. – pidió y yo lo extendí para él.

- Tenemos clases juntos. – me informó y yo le sonreí. – Todas, de hecho.

- ¿Qué? – me detuve abruptamente y él me mostró. – Vaya, es cierto.

- No creí que la señorita de servicios escolares me hiciera caso cuando se lo pedí. – agregó con gesto pensativo.

- ¿Hiciste qué? – dije con sonrisa incrédula.

- El día que te conocí, después de que te fuiste y fue mi turno, pedí que de ser posible me dejaran compartir algunas clases contigo porque eres nueva. – se encogió de hombros restándole importancia.

- Esto será interesante. – le dije y él me dio una sonrisa brillante.

- Seremos grandes amigos. – pasó su brazo sobre mis hombros y yo simplemente sonreí, guiándonos hasta el aula.

Christian estaba lejos de hacerme sentir incómoda, era como si su energía hablara y sabía que sus intenciones estaban lejos de ser malas o románticas. Más tarde lo confirmé.

Las clases fueron tranquilas. Entre breves introducciones, presentaciones y repartición de ponderaciones, se fue el tiempo rápido. Los maestros se veían totalmente capaces y debería esforzarme bastante para no perder el ritmo después de 2 años sin estudiar.

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