Tiempo atrás. Miércoles 1 de Enero de 2014.
Las imágenes venían a mi cabeza sin parar. Otra noche en vela y las ojeras bajo mis ojos comenzaban a ser notorias, pero la diferencia era que en ese momento estaba particularmente feliz.
Había pasado el fin de año más auténtico de mi vida y había sido todo gracias a Alison.
Alison. Una estúpida sonrisa adornó mis labios y suspiré.
Sonrisa y suspiro que se vieron borrados cuando mi teléfono sonó, mostrando la foto y el nombre de Carlos en la pantalla. Durante la noche había ignorado las llamadas y en cierto momento se rindió; pero, tal como sospeché, a primera hora volvería a insistir y no podría ignorarlo siempre. Carlos era el hombre más dulce conmigo y no era justo para él.
- ¿Hola? – dije y mi voz salió ronca.
- Lilian. – un suspiro sonó a través de la bocina. – Estaba preocupado.
- ¿Por qué? – dije haciéndome la desentendida y mordí mi labio.
- He estado marcándote toda la noche. – dijo y yo cerré los ojos.
- Lo siento. Me quedé dormida y olvidé quitar el silenciador del celular. – me justifiqué. – Justo me desperté cuando estabas marcando.
- Quería desearte un feliz año nuevo, amor. – dijo y suspiré.
- Igualmente, cariño. – respondí y podía imaginarme su sonrisa al otro lado.
- Te extraño mucho. De verdad no debí dejarte ir tanto tiempo antes, pero tus sueños ahora son los míos y estoy orgulloso de que estás haciendo todo esto por tu cuenta. Eres maravillosa y soy muy afortunado de tenerte. – yo suspiré y la culpa vino a mí.
- Estar lejos no será para siempre. – le dije muy a mi pesar. – Ya verás cómo el tiempo vuela.
- Eso espero. – un silencio se extendió. – Tengo que cortar, los malos y el crimen no descansan. – dijo como siempre antes de irse a trabajar. Desde que en la universidad le dije que él sería como un superhéroe, lo ha hecho.
- Tú puedes, campeón. – le dije con cariño.
- Te amo. – su voz fue suave y agradable. Sentí un nudo en la garganta.
- Y yo a ti. – respondí.
Cortó y yo suspiré viendo el teléfono.
Carlos sólo estaba dando lo mejor de sí para ser un buen esposo y yo era la peor mujer del mundo. Lo estaba traicionando cada vez que mis pensamientos se iban lejos de nuestro matrimonio y ahora que sabía el nombre de la chica del abrigo rojo, no podía sacármela de la cabeza.
Su voz, su risa, sus gestos, sus movimientos eran algo que venía una y otra vez a mí.
No podía dejar de pensar en la sensación de su tacto.
"Haz magia" había repetido una y otra vez cuando nos tocábamos. De alguna forma podía transmitirle todo lo que sentía y eso me asustaba.
Miré a mi teléfono una vez más pensando en Carlos. Debía detener la locura que provocaba Alison en mí; pero, era sumamente adictiva e irresistible.
Miles de pensamientos me golpeaban, otro de ellos fue la cuestión de si ella se acordaría. Esperaba que no y sólo había una forma de averiguarlo.
Suspiré con pesadez mientras me levantaba de la cama y un ligero mareo me golpeó, no sabía si era el cansancio, el alcohol de la noche anterior o el éxtasis por la mujer que ocupaba gran parte de mis pensamientos; pero, el piso no parecía estable.
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Cada otoño
RomanceAlison se debate entre la vida y la muerte, mientras Lilian recuerda la forma en que se conocen en Vancouver, cuando viaja para realizar su maestría en derecho y queda cautivada por ella, una estudiante de medicina a punto de egresar. Dos mujeres c...