Mintiendo al espejo (parte1)

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Hola hermosas criaturas del Internet. Espero que no se hayan olvidado
ya de mi, quiero aclarar que éste será mi primer,
y espero de verdad que último error de continuidad, 
pero en verdad no quería quedarme más tiempo atrapada 
en el mismo puto, así que me animé a mí misma a continuar 
desde otro punto, espero me comprendan, y prometo compensarlo 
y de ser posible retomarlo, ya sea como un recuerdo, o como un escrito
del blog de John. Les agradezco su paciencia.  


Las copas de los árboles engalanaban con alegres colores lilas y rosados las calles de la ciudad, hermosas motas de colores salpicaban los alegres arbustos en los parques, los cálidos días de Mayo se hacían presentes con un clima maravilloso, los festivales de flores llenaban de algarabía cada rincón de la ciudad por la llegada de la primavera, había más gente de la habitual en las calles, era imposible negarse a salir con tanto que hacer en la ciudad.

Aquel haz de luz se coló por la ventana de aquella habitación en penumbras del primer piso del 221B de la calle Baker, el detective abrió los ojos con pesadez, su mente aún se ocupaba de algunos detalles del último caso en su récord casi impecable de crímenes resueltos, sabía que en las primeras notas del día hablarían de la solución de aquel misterioso caso que ocupaba al Socotland Yard desde hacía un par de semanas. Se puso de pie y se echó encima aquella bata azul de seda con rayas satinadas, caminó casi por inercia fuera de su habitación, apenas hubo traspasado el umbral de la puerta, percibió aquel aroma a café recién preparado, pensó en la señora Hudson pero no la veía por ningún lado. Supo de quién se trataba hasta que miró hacia el local adyacente de su piso y vio aquella cabeza de cabellos cobrizos asomando un poco por encima del sillón de John. Se acercó arrastrando los pies para descubrir a Samantha con las piernas flexionadas de una forma extraña escribiendo un mensaje de texto en su móvil mientras anotaba algo en una libreta.

- ¿Qué haces aquí? – Cuestionó el detective mientras tomaba de la mesita de junto, aquella taza estampada con doodles de navecillas espaciales y aliens –¿Y John?

- Bajé a abrir la puerta y me dio flojera volver a mi piso, además tus libros me sirven mucho para las tareas... y John salió hace como media hora... –Respondió la joven mientras veía al detective hacer un gesto al probar aquel café, era totalmente consciente del café de mierda que preparaba.

- Aun no entiendo como trabajas en un café...

- ¡Solo sirvo el café, Sherlock! –Exclamó para ponerse de pie en un salto –Por cierto, te trajeron ese paquete –Señaló aquella caja sobre la mesa de centro de la sala.

El detective se acercó al paquete y lo tomó con ambas manos, la caja no tenía remitente y era bastante pesada. - ¿Quién lo trajo? –Aquella pregunta quedó suspendida en el aire, pues Samanta ya se había marchado a su piso.

Había pasado un año y medio, la joven ya estaba instalada en su propio piso, poco a poco las cosas en el café habían mejorado, y al menos ya tenía para pagar sus gastos, había comprado la mayoría de sus muebles de Ikea los cuales John le había ayudado a armar, Sherlock le había dicho que era una estupidez, una pérdida de tiempo y siempre terminaban discutiendo por ello, pero al final ayudaba un poco.

Poco a poco su vida se iba ensamblando como un rompecabezas de mil piezas, había entrado a la universidad, tenía nuevos amigos, a la tía Martha... a John y Sherlock, era obvio que tenía un gran aprecio por sus nuevos amigos, por la tía Martha... pero la conexión que había conseguido con ese par era totalmente fuera de este mundo, eran un escape de la rutina, estar con ellos era sinónimo de aventura, experiencias inimaginables, adrenalina pura corriendo por sus venas, y lo que más disfrutaba era ser de ayuda, que ellos confiaran en ella como nadie lo había hecho para tareas importantes. En ocasiones Sherlock era un idiota, y en otras... también, pero Samantha había descubierto cómo tratar con él, de hecho, después de algún tiempo seguía pensando que era un idiota, megalómano, soberbio, pero se había acostumbrado tanto a él, a su forma de ser, a sus extrañas costumbres, a su excentricidad, que le había tomado cierto aprecio, igual que a John pero es que era imposible no apreciar al doctor con ese carácter serio, leal y noble.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2018 ⏰

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