Capitulo IV: El archienemigo de Sherlock Holmes.

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El tiempo pasaba volando, los días se arrancaban de la vida como las hojas caducas se arrancaban de los árboles en el otoño. Para ese día todos los parques de la ciudad se revestían de colores amarillos, naranja y rojizos, tachó un día más en el calendario, hizo cuentas del dinero ahorrado para saber si ya le alcanzaba para pagar la remodelación del piso de arriba del Baker Street, pero no, todo se ponía complicado, más de una vez quiso salir corriendo y regresar a la comodidad de su casa, pero no, algo la retenía, algo más allá de su orgullo, y ese algo eran sus ahora amigos, la tía Martha, Sherlock y John, eran muy extraños más de cinco veces le pidieron ayuda para que rastreara el uso de algunas tarjetas de crédito, que interviniera un par de líneas telefónicas, y esas cosas ilegales y fuera de lo normal que cualquier vecino que apenas conoces te pediría...

-¡Sam! Mesa cuatro –Le gritó Lethario mientras dejaba una bandeja en la barra, Sam la tomó y fue a servir el café. El lugar estaba demasiado muerto a decir verdad, el café que servían no era tan malo, pero no tenía la gran variedad que tenía el Starbuks de la esquina, Thom ya le había contado que el lugar había tenido su mejor época antes de que el otro establecimiento de café se asentara ahí, y bueno si a esas calamidades se le sumaba el genio del dueño del lugar la cosa empeoraba, no era un hombre malo, para nada, era un hombre súper malvado, que en vez de empleados tenía esclavos, no se le veía muy interesado en el futuro del café y es que desde que su esposa había muerto, solo se le veía que quería salir huyendo de la ciudad, pero el dinero nunca había sido suficiente.

-Dos capuchinos y una margarita para la mesa dos –Dijo Sam mientras dejaba la charola en su lugar. Una vez sirvió el que parecía el último pedido de la tarde los tres se sentaron en la barra –Esto está demasiado muerto, sino cubro mis gastos para el fin del mes tengo dos opciones, buscar otro empleo, o regresarme a Eyemouth, sin embargo el horario es lo que me ayuda demasiado, sobre todo ahora que ingrese a la universidad.

-Pues... -Dijo Thom cabizbajo –Yo creo que si me marcho a fin de mes –Su amigo se alarmó. ¿Cómo podía ser posible?

Lethario habló un poco triste –Bueno, quizá me quede aquí solo, pero siento que no puedo dejar al jefe, esto se iría más al demonio y ahora sí se nos moriría.

-Ay, no digas eso, ya habrá forma de levantar este... -Sam recibió un mensaje en su Whatssapp era de Illy, preguntando si iría a la fiesta que habían organizado o de plano no.

-Ay tienes que ir a esa fiesta, necesitas distraerte Samanta. Anda ve, te cubrimos, no creo que hoy haya algo más –No quería ir, pues no era de fiestas pero los chicos tenían razón necesitaba distraerse, sin pensarlo más, se cambió de ropa y se marchó, tomó el subterráneo y observó a su alrededor, se preguntaba si así era todo el mundo en la ciudad, tan grises, tan inconformes, tan mecánicos o si había más gente como Sherlock, o como la gente que John describía en sus casos, para su sorpresa el doctor Watson tenía un blog en el que ya había escrito algunas de las aventuras que había vivido con su amigo Holmes, la narración le había parecido tan sorprendente que parecía que ella podía estar ahí, después de recordar lo vivido en su primer día en la ciudad estaba segura que si, que detrás de cada rostro gris en la calle podía haber historias intrigantes y llenas de misterio como las que John describía en su blog,

Bajó del tren, y caminó a la salida, sonrió cuando escuchó a aquel músico en el subterráneo, era un hombre joven de cabello largo, y rostro delgado y anguloso, empezó a tocar y Samanta se quedó mirando un momento - Sing with me, sing for the years Sing for the laughter, sing for the tears. Sing with me, if its just for today Maybe tomorrow the good lord will take you away –Su voz era increíblemente fantástica, con unos vibratos maravillosos, sonaba como una estrella de heavy metal o algo parecido, quiso seguir escuchando, pero se le hacía tarde para la fiesta, aunque realmente estaba considerando huir y regresar a casa, estaba en ese dilema cuando de pronto simplemente llegó a la puerta de Zarah. Realmente no quería entrar pero si quería entrar, igual y mejor volvía en otro momento, aunque ya estaba ahí, pero era momento de salir antes de entrar, además habría mucha gente que no conocía, solo a Illy y a Zarah... odiaba tanto entrar en esos diálogos mentales que no la llevaban a ningún lado giró y vio a un hombre alto, moreno de cabello largo, con un formidable cuerpo de muro que parecía una estatua de mármol hecha a mano, perfectamente podría ser la escultura más exquisita jamás vista, quitó la mirada de aquel fuerte pecho cuando el moreno le habló.

The Music Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora