Sin opciones.

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Mataba y manipulaba sin remordimiento, eso es lo que era, un asesino, un mafioso. Pero aún así se sentía vacío, las lágrimas del Vongola al ver muerto al Hitman no lo satisfacían ya. Quería ver más de esas hermosas perlas, no era que le gustara, simplemente se sentía bien al verlas caer por su fino rostro. Ya no quería sentirse vacío, hueco como una nuez, aburrido y carente de sentido.

—Byakuran-san, Sawada-san está aquí para la reunión —al oír a Shoichi su cuerpo comenzó a temblar de la emoción, podría verlo de nuevo, pero ahora no le bastaría con hacerlo llorar.

—Dile que entre, le espero en mi oficina. ¡Ah, por cierto! No puede entrar nadie que no sea él.

Ahora definitivamente lo mataría. Se dejó caer en la cómoda silla tras su escritorio, los temblores aumentaron cuando la manija de la puerta se movió y se abrió dándole paso al Décimo Vongola. Su traje blanco y su capa negra relucieron al verlo de frente, era bello y joven, tenía su propia luz y encanto.

—Buenas tardes, Byakuran —inclinó su cabeza en señal de respeto, trató de no hacer contacto visual con él más del estrictamente necesario.

—Pasa, Tsunayoshi-kun, siéntate aquí a un lado mío —se sentó esta vez en un sillón y palmeó el lugar junto al suyo sin poder reprimir su sonrisa, la que ansiaba acabar con él de una buena vez.

El otro se sentó a un lado de él como le había dicho, con movimientos gráciles pero cautelosos a cualquier amenaza visual que pudiese evidenciar su rostro. Hizo lo posible por no ensanchar su sonrisa que de por sí no auguraba nada remotamente bueno.

—¿Para qué me llamaste aquí, Byakuran?

—No estés tenso, no pienso hacerte nada malo. Bueno, no lo haré si aceptas mi propuesta.

—¿Qué propuesta?

—Únete a mí.

Los ojos cafés se abrieron con sorpresa, deliciosa y sublime sorpresa. Siempre creyó que esos ojos eran demasiado expresivos y por eso le encantaban, provocar angustia en ellos era exquisito.

—¿Unirme a ti?

—Así es. Uni, tú y yo haremos a la mafia más poderosa, ¿qué dices?

—¡No pienso aceptar eso, de ninguna manera!

"Tal como lo planeé." 

Todo iba al punto, sabía que la frágil mentalidad de su rival era su mayor ventaja, era demasiado bueno como para aceptar un trato tan atroz. Se levantó suavemente, casi de manera gatuna y negó con la cabeza musitando un: Es una lástima...

Afuera del salón, seis guardianes comenzaban a impacientarse y uno sólo se mantenía callado, esperando la señal para comenzar con todo.

—¡¿Qué es este sonido?!

La tormenta se exaltó al escuchar el grito de la niebla y corrió a ver el pequeño aparato que monitoreaba los latidos de su jefe, estaban muy intranquilos, la raya principal subía y bajaba con violencia. Una mirada bastó para comenzar el ataque y tratar de entrar al salón para saber que estaba sucediendo.

—¡El intercomunicador no está funcionando, no puedo escuchar nada!

—Tendremos que entrar a la fuerza.

Calculó el tiempo en su mente, los segundos pasaban en cámara lenta por su cerebro, ojalá y el tiempo simplemente se detuviera. Pero el momento llegó, sus llamas de la nube inundaron una barrera que apenas habían notado y la quebró con mucho esfuerzo.

Unos metros más allá, el cuerpo de su cielo caía ante sus ojos hasta quedar inmóvil en el suelo. Los ojos del cielo perecían al igual que los pitidos que anunciaban algo alarmante: El corazón del Décimo Vongola había dejado de latir.

—Hora de muerte, 4:00 p.m. —Byakuran miraba su reloj muy divertido con la situación, estaba listo para luchar, pero no se esperó que al momento de moverse no hubiese nadie ahí. Ni el cuerpo de su reciente víctima.

Todas las veces que estuvo cerca de la muerte había algo de lo que se arrepentía, esta vez también supo que no moría de verdad, pero su pecho dolía como nunca. ¿Se había sentido peor Reborn a la hora de morir? No lo sabía, no quería saberlo, pero la pregunta ya había sido formulada en su mente. Esto hizo que de sus ojos cayeran lágrimas amargas, sólo le quedaba confiar en él, en lo que alguna vez fue y lo que era ahora, diez años después.

Se arrepentía de muchas cosas, algunas no tenían mucho sentido, pero estaban grabadas en su corazón como sello permanente, una huella única.

"Ahora sólo puedo confiar en ti, te lo encargo..."

Y cerró sus ojos, sintiendo en última instancia el calor de unos brazos estrechándolo con coraje y tristeza. Lamentaba hacerle eso a su amor más grande, pero lamentaría más perderlo a él también y así, pudo terminar de caer en un profundo y largo sueño.

—Te amo Tsunayoshi, te prometo que te traeré de regreso cuando se acabe esto, espérame.

Llevó el cuerpo de su cielo al bosque de Namimori, el bosque en el que una vez confesó su único y primer amor. Colocó la alfombra de flores blancas y frescas, después el cuerpo de Tsunayoshi. Con sus llamas de la nube fortaleció el ataúd para que sólo al él despertar pudiese abrirlo. Acarició la piel tersa de su rostro con el dorso de la mano, sintiéndola temblar ligeramente.

Dos gotas de agua cayeron en los párpados del cielo, pasó su manga por sus ojos para verla mojada sin creer que hubiese llorado así, tan fácil. Los labios de su pequeño se abrieron para susurrar con esfuerzo:

—Quisiera recogerlas y hacerlas un collar, para siempre llevarlas en mi cuello.

Y entonces besó sus labios, justo antes que se cerraran sus ojos.

—No te preocupes, son sólo para ti...

...........
Bueno, de nuevo es triste)?
Lo siento si esperaban algo feliz, os prometo que para la próxima actualización será muy feliz 💞😍😍😍

Tsuhi1827💞

Una realidad alterna. (Hibari x Tsuna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora