-Hey, ojitos azules...
-Mis ojos son celestes, no azules- habÃa dicho yo, odiaba que no fueran exactos con los colores, o con los números. Estiré algunas arrugas de mi falda.
-Como sea, deberÃas usar esa falda más corta- dijo ella.
-Mi falda está bien.
-Debes mostrar más tus piernas.
-Tengo diez años, no quiero que cualquiera mire mis piernas- ella rodó los ojos- No quiero ser como tú- murmuré.
-¿Qué dijiste?- yo estaba jugando con mis dedos en ese momento y no le presté atención- ¡Te estoy hablando!- me sobresalté.
-Dije que no quiero ser como tú- hablé claro esa vez.
-Ah, con que no quieres ser como yo...-habÃa dicho en forma amenazante.
Tomó con fuerza mi brazo el cual ya tenÃa marcas de golpes anteriores y me llevó al baño, sacó una tijera y me obligó a mirarme al espejo.
-MÃrate, tu pelo está largo, como el mÃo- sonrió, yo ya sabÃa que querÃa hacer.
-Que ni se te ocurra- dije sin moverme, yo no acostumbraba a tener miedo de las cosas, no le temÃa a nada, y mucho menos a ella.
Cortó mi pelo con aquella tijera oxidada, lo dejó sobre mis hombros, yo jamás me habÃa cortado el pelo, me llegaba hasta la cintura, mi madre me habÃa dejado tenerlo asÃ, pero ella lo habÃa cortado.
Mamá no me pudo curar esa vez, solo me besó la frente y me acarició la cabeza, sin decirme nada, no me dijo que estarÃa siempre para mÃ, solo... me acarició... desde ese dÃa ella no volvió a hablarme, solo me acariciaba la cabeza... nunca más me hablarÃa, o eso creÃa.
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Índigo.®
Short StoryMamá, ¿qué hay de malo en mi? ¿Por qué la gente no me quiere? Nadie mas lo hace además de ti. Lástima que no estás aquí para cuidarme ahora...