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 Fui paciente... esperé, como lo había dicho mamá.

 Hasta que una noche ella me tomó de la mano, me levantó y me dijo lo que debía hacer, no tuve que pensarlo dos veces, obedecería, sería una niña buena.

 A papá lo llamaron a media noche, era de su trabajo...  se fue en el auto como un rayo, esa era la señal.  Me dirigí a la habitación de donde había salido él, y con una sonrisa en la cara, tomé la cabellera roja que sobresalía de entre el edredón,  tiré de ella, y la arrastré hasta el baño mientras soltaba gritos casi desgarradores... 

 Los latidos de mi corazón resonaban en mis oídos, mi respiración era áspera y discontinua.

 La maldita intentó zafarse, pero mamá me había dado fuerza esa noche, no podría conmigo...

 Índigo.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora