VII

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Su escalofriante risa me recorrió el cuerpo en un pequeño espasmo y me bastó para comprenderlo. Ella también era índigo... por eso era plenamente falsa, su cabello no era de aquél color, su mirada no tenía alma porque... no era su mirada, lo que aumentó aún más mi furia ¿cómo pudo permitir que mi infancia fuese así todos estos años sabiendo como me sentía?

Metí mis dedos cuidadosamente a sus ojos y saqué unos lentes de contacto, dejando ver unos ojos completamente diferentes a los anteriores, celestes, claros, tan gráciles...

Pateé su cuerpo tantas veces como pude, gocé haciéndolo, me hipnotizaba ver como la sangre salía de su nariz, de su boca... era algo fascinante, emocionante... divino.

"-Hazla sufrir, tiene que arrepentirse antes de morir, si no lo hace, esto no tiene propósito, si no se arrepiente, su cuerpo no servirá para lo que queremos hacer, debe quedar pura..."

-¿Te gusta tu cabello no?- pregunté.

Tomé la misma tijera oxidada con la que años antes había cortado mi larga cabellera y corté la de ella, tan corto como me fue posible, reí.

-¿Te arrepientes?- pregunté, pero ella negó con la cabeza.

La abofeteé hasta que mi mano comenzó a arder.

-Arrepiéntete.

-NO- dijo ella, tomé la carne putrefacta y la metí por su boca.

-¡ARREPIENTETE!- ella no movió ningún musculo de la cara, más bien, forzó su entrecejo en un burdo intento de no hacer ninguna mueca, así que metí más adentro la carne, y me impresionó lo que hizo, se su ojo brotó una lágrima, y luego asintió... ¿se había arrepentido?

Eso era suficiente, mi labor casi estaba hecha, sonreí y metí todo lo que quedaba de carne en su boca, luchó por unos segundos pateando y tiritando hasta que se asfixió por completo, su último aliento se fue justo en el momento en el que sus ojos rodaron hacia arriba dejándolos casi blancos, el aleteo de las moscas fue el único sonido que se podía escuchar desde aquel momento, había terminado con mi parte.

Tomé su cadáver del poco cabello que quedaba, lo llevé hasta la ducha, abrí la llave y la dejé bajo el agua corriendo.

Tomé su cadáver del poco cabello que quedaba, lo llevé hasta la ducha, abrí la llave y la dejé bajo el agua corriendo

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Salí del baño y dije:

-Está hecho, ya puedes entrar- caminé dirigiéndome a mi habitación, lavé mis manos llenas de sangre una y mil veces.

Cuando salí del baño me dirigí al armario, en donde guardaba una caja de zapatos con cosas de mamá, ahora se las podría entregar.

Saqué de ahí una bufanda anaranjada con su olor, su dulce olor, sonreí, saqué también una fotografía en donde salíamos las dos, había sido tomada unos meses antes de su muerte, ella sonreía junto a mí, su alma siempre había sido tan pura, tan... hermosa... diáfana.

Miré por la ventana observando el alba, intenté respirar profundo, pero algo impedía la tan anhelada ataraxia que esperaba hace meses, algo que se concentraba en mi garganta y no me dejaba respirar.

Al fondo de la caja estaba la pequeña biblia de mamá, la tomé, y la abrí en donde estaba el marca páginas

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Al fondo de la caja estaba la pequeña biblia de mamá, la tomé, y la abrí en donde estaba el marca páginas.

Exodo 20, 13: No matarás...

~*~ (Flashback)

-Amor - había dicho mamá- mi hora llegó, yo me iré ¿sí?, pero no te preocupes, nos volveremos a ver- una sonrisa adornó su rostro.

-¿Vendrás a visitarme?- pregunté sollozando- papá dijo que no vendrías pero el siempre miente, ¿vendrás no es así? ¿Verdad que papá miente?

-No podré hacerlo, papá no ha mentido esta vez, estaré en el reino de los cielos, con Dios.

-¿Nunca me vendrás a ver entonces... nunca jamás?

-No amor, la muerte es así- había dicho ella, no necesitaba explicarme más, ella sabía que yo lo comprendería.

~*~ (Fin del flashback)

En ese momento una epifanía aclaró mi cabeza, ¿qué había hecho? Había... matado, y la mujer que todo este tiempo me cuidó, me acarició la cabeza, no era mamá, no, no lo era, y... y le había dado el cuerpo de mi madrastra, para que pudiera vivir...

-¿Amor?- escuché la voz de ella- Ah funcionado- la miré a los ojos, ya no eran celestes, eran rojos, tan rojos como la sangre que había salido de ella- su cuerpo ha servido...-Me sonrió.

FIN...

 Índigo.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora