Entre Lágrimas y Risas [Luaggie] [Terminada]

Cambio Sorpresivo

Un Fanfic de The Loud House

"Entre Lágrimas y Risas"

Capítulo 3: "Cambio Sorpresivo"

Sábado, 4:56 P.M. Inmediaciones del Centro Comercial.

—Peliblanco a Deportista. Peliblanco a Deportista... Tengo visibilidad cero. Repito, aún tengo visibilidad cero. ¡Cambio! —Indicó Lincoln por medio de su Walkie Talkie, sentado en solitario sobre una de las bancas del área de comida rápida aledaña al cine para vigilar su entrada, vestido con una larga gabardina, sobrero y un par de lentes oscuros para evitar sospechas. Atuendo que de forma irónica, atraía todavía más la atención de las personas que pasaban junto a él.

—Aquí Deportista. —Lynn respondió desde su propia posición, ubicada en el lado contrario de la extensa área de comida portando un conjunto de ropa similar—. Entendido Peliblanco. Confirmo... Yo también tengo visibilidad cero. Se lo comunicaré al resto del equipo. ¡Cambio y fuera!

—Sé lo qué están pensando... Lincoln... ¿Cómo fuiste capaz de dejarte manipular por esas embusteras y ser arrastrado a hacer algo tan bajo como esto? Bueno, pongámoslo en términos simples. Ellas de algún modo controlan mi vida. Gracias a un gráfico muy bien elaborado y altamente detallado por Lisa, descubrimos que yo dependo de ellas mucho más de lo que ellas dependen de mí, así que para no verme a mí mismo perjudicado, decidí aceptar y ayudarles con esta absurda misión. Para evitar levantar sospechas, cada una de mis hermanas está situada en un punto estratégico a lo largo y ancho del área de comida rápida con el fin de cubrir el cien por ciento del rango de visibilidad. Así para cuando aparezcan Luan y su novio sepamos exactamente de quién se trata.

—Rockera a Peliblanco. Rockera a Peliblanco. —La voz de Luna se dejó escuchar por medio de la bocina del aparato—. Necesitamos un nuevo estatus de la situación. ¿Qué es lo que ves, hermano? ¡Cambio!

—¡Aquí Peliblanco! Procedo a realizar un rápido reconocimiento del área marcada. —Lincoln asomó su cabeza por medio de los arbustos decorativos colocados por encima de los respaldos de las mesas, utilizando un par de binoculares para aproximar y dirigir su mirada hacia la taquilla del cine—. Veamos... En la entrada solo percibo a un matrimonio con sus dos hijos, a un par de ancianos, a un cuarteto de amigos, a una chica de aspecto sombrío, a un par de empleados del cine, y a una muy empalagosa pareja de adolescentes. Negativo, Rockera. Aún no hay rastros de Luan o de algún chico que pueda ser un posible candidato a ser su novio. ¡Cambio!

—Entendido, Peliblanco. Pasaré tu reporte. Sigue atento ante lo que puedas observar. ¡Cambio y fuera!

—¿Por qué tardan tanto? Esto es absurdo... ¿En dónde podrá estar ese par si ya son las cinco en punto? —Agachó la mirada para ver la hora en su reloj de pulsera—. ¿Por qué las personas siempre tienen esa tendencia a llegar tarde a todas partes? Y pensar que estoy desperdiciando mí tarde de sábado haciendo esta clase de tonterías... —Suspiró—. Realmente espero que Luan y ese chico aparezcan pronto, así me podré largar a casa directo a continuar con mi lectura de comics. ¡Aguarden un minuto!

En ese momento, Lincoln tomó una vez más sus binoculares, para volver a fijar sus ojos en la entrada, pudiendo presenciar en esta ocasión la repentina aparición de un chico galante e increíblemente atractivo de aproximadamente dieciséis años de edad, según un primer cálculo del muchacho. Sus tonificados brazos y sus marcados abdominales eran perfectamente apreciables incluso por encima del conjunto de ropa que llevaba puesto, el cual consistía en una camisa blanca semi abierta y un pantalón caqui recien planchados. Los rasgos en su rostro eran inmejorables. No había sobre su superficie alguna clase de imperfección mínima visible de esas que con frecuencia suelen atormentar a los adolescentes de su edad. De sonrisa y dientes perfectos, blancos como un conjunto de preciosas perlas, luciendo su sedoso y ondulado cabello castaño, el cual era tan brillante, que por breves instantes alcanzó a deslumbrar la visión Lincoln, obligándolo a frotarse los ojos si quería seguir contemplándolo.