Capítulo 5

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Camila

Desperté un poco nerviosa por tener que ver a Lauren después de lo que había pasado en la fiesta. Si no hubiera sido porque los gemelos se asustaron y querían dormir conmigo, no hubiera vuelto hasta el día siguiente después de haber pasado una increíble noche con la diosa inglesa. Joder, la deseaba con todas mis ganas pero no me daría tan fácil. No sé de donde sacaría las fuerzas, pero ella tendría que esforzarse al menos un poco para llevarme de nuevo a su cama. No quería que pensara que era una puta que se acostaba con todos, me daría a respetar y luego aceptaría acostarme con ella sin esperar más que solo placer de su parte.

Despejando la mente de todos mis pensamientos, me levanté dirigiéndome al baño para hacer mis necesidades, luego fui a la cocina y comencé a preparar el desayuno. Normalmente lo hacía Dinah al volver del trabajo pero como a partir de hoy empezaría a trabajar en el mismo horario que yo, nos íbamos a intercalar los desayunos. Solo hice unas tostadas y huevo revuelto ya que a todos les gustaba así, serví dos tazas con café y dos vasos pequeños de leche con chocolate.

-Cheechee, hora de levantarse.- Llamé sacudiéndola un poco. Sabiendo que ella dormía como roca, lo repetí. –Vamos, floja. Hay que ir al trabajo.- La escuché quejarse y sonreí complacida. Ya está despierta, ahora les toca a los gemelos.

-Príncipes, a despertarse.- Susurré dándoles un beso en la frente a cada uno. Como siempre Micky era el primero en hacer caso. –Buenos días, mi amor.- Lo tomé en brazos llenándolo de besos.

-Ya, mami.- Pidió riendo a la vez que se ocultaba en mi cuello. Sonreí feliz.

-Dylan, tienes que despertar mi vida.- Dejé a Michael en el suelo para que fuera al baño y me senté al lado del mayor. –Abre esos hermosos ojos, Dy.- Delicadamente le quité el cabello de la cara y sonreí viendo ese par verde aparecer.

-Tengo sueño, mami.- Su puchero era encantador, pero no podía dejarme llevar por su ternura.

-Vamos, príncipe.- Lo cargué dejando que apoyara su cabeza en mi hombro y lo lleve al baño. –Micky, recuerda lavar tus manos.- Asintió bajándose de la poceta y subiéndose los pantalones. –Los espero en la cocina, amores.- Dejé a Dylan en el suelo y sonreí viendo como el menor subía en el taburete para llegar al lavamanos.

En la cocina me encontré con la polinesia medio dormida y me reí, por lo menos Michael no era tan perezoso como su hermano y mi amiga. Le puse la taza al lado y me agradeció con la mirada, le sonreí esperando a que el par llegara y cuando los vi cruzar el pasillo, me acerqué para cargarlos hasta sus sillas.

-Buen provecho a todos.- Recibiendo los mismos deseos de todos, nos enfrascamos a comer en silencio.

Esto no sucedía muchas veces pero debo admitir que se debía al cansancio que tenía la polinesia y que mi hijo mayor, el más revoltoso, estaba en las mismas. Supongo que a Dinah le costaría un poco acostumbrarse al nuevo horario después de haber trabajado alrededor de un año y medio en el turno de la noche. Terminamos de comer y me llevé a los gemelos a su cuarto para escoger la ropa que se pondrían, dejándolos solos con el aviso de que si me necesitaban me llamaran, fui a mi habitación para vestirme.

Tomé una camisa blanca de botones y la metí dentro de una falda color marrón crema que me quedaba por la mitad del muslo, agarré un blazer del mismo color de la falda y me lo coloqué encima de la camisa, mis tacones eran sencillos y no muy altos, lo perfecto para el trabajo. Para completar el outfit me puse un collar y unos zarcillos de perlas, en la muñeca izquierda un reloj marrón crema. En mi cartera puse todo lo que necesitaría en el día y salí hacia el cuarto de mis hijos.

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