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Los aeropuertos siempre me parecieron tristes, donde las emociones están a flor de piel: muchos ansiosos por el viaje y lo demás por el regreso. Es aquí donde se dan besos mas sinceros que en las bodas. Seria hermoso verte entrar con un ramo de flores lilas, pidiéndome que me quede, pero esto no es cuento y tampoco una novela, una lágrima deja mi rostro.

Ya es suficiente de lágrimas, debo estar feliz estos días al lado de Víctor fueron maravillosos. Me duele el alma, otra vez dejo al hombre que amo, mi único gran amor. Esta era mi oportunidad para ser feliz. Pero personalmente creo que la felicidad de una, no puede depender de otra persona. Es el llamado de mi vuelo. Me marcho, me marcho y lo repito porque tantas veces para poder creerlo. Lo veo entrar y junto a el viene mi otro amor, Viann,  no puedo expresar tanta emoción, ¡vino! ¡maditase! ¡vinieron!. Me acerco a ellos, el me mira y no dice nada ¡carajo!. Viann me abraza y le doy un ligero beso en la mejilla, mientras le digo: no te librarás tan fácil de mi, voy a estar muy pendiente de ti. Víctor me dice no te puedes ir, estoy embarazado. Nuestras carcajadas llenan el lugar. Le digo entre risas es una excusa muy ingeniosa, el me hace una señal, es el último llamado a mi vuelo, el me da un regalo y dice que no puedo abrirlo hasta llegar a Italia, le digo que lo amo y me marcho sin escuchar su respuesta y sin mirar atrás.

RegresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora