Estafa de amor...

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*¡Hola gente! ¡Creo que estoy vivx aún! Lamento la demora con este capítulo, debo admitir que he estado muy flojx para escribir :'v. En fin, seguimos con esta historia :3, espero les guste ^^ y no olviden sintonizar para más contenido ;3*.

Narrador P.D.V:

Día miércoles de la semana siguiente. Estudios sin parar. El amor flotando por el aire de forma melodramática en algunos casos, suavemente en otros. Bueno, eso es lo maravilloso ¿No?, que todos tengan su propio ritmo para avanzar.

Cierto pelinaranja se había levantado un poco más temprano de lo usual, muy contento porque había tenido un sueño de buen presagio. Quizá hoy, el pelinegro dejaría de una vez por todas la insistencia y caería rendido a sus pies.

Se había arreglado mucho más de lo común, bañado muy bien, perfumado exageradamente y se había puesto lo más guapo posible.

Se acercó a su escritorio donde estaba un pequeño porta retratos con la foto que el pelinegro le había dado hace no mucho, como inspiración para su nueva meta: enamorarlo.

Bajó a comer con sus padres, quiénes lo recibieron como cada mañana, y disfrutaba pensando en qué intentaría hacer hoy para tener la atención de su querido amigo, a quien estaba decidido a pedirle más que eso, ideando el mejor plan para declararse formal y oficialmente.

Mientras, frente a su casa, estaba su vecino pelinegro, quien se había levantado temprano como de costumbre, abrazando entre sus brazos el cactus de peluche. Se arregló con calma y con tiempo, había dado agua a sus plantas y había dejado su habitación limpia y ordenada. Estaba ya desayunando en la cocina con sus padres, quienes hoy tenían turno más tarde, así que, afortunadamente, tenía tiempo para compartir con ellos. Entre los tres habían preparado algo delicioso y estaban compartiendo como cualquier familia.

Un poco más al lado, el más pequeño en estatura de los Eds comía con su familia también, aunque no tan alegre, sino más bien fastidiado, pues había demasiada plática que, para él, era totalmente ridícula y trivial. Estaba más pendiente de qué hacer al llegar a la escuela para seguir vendiendo sus productos. El negocio era en verdad un rotundo éxito y tenía que proseguir así.

No obstante, aún había un pensamiento que rondaba por su mente, uno muy molesto y que tenía que ver con cierta chica de cabello rizado.

En la casa de las Kanker, la mayor de las hermanas se arreglaba mucho, pues, después de clases, el chico que el otro día la había pretendido le había ofrecido ir a una cita con ella.

La menor de las Kanker hablaba alegremente por teléfono con su novio, que a su vez estaba en casa como todas las mañanas, siendo regañado por su hermana por hablar por teléfono en la mesa. Mientras, además, este comía una montaña de waffles con manjar y mermelada de moras.

La hermana de en medio estaba leyendo un poco sobre un libro que Doble D le había recomendado para entender algo de relaciones amorosas *(sip, se viene, se siente 7w7r)*. Quería comprobar muchas cosas consigo misma y estaba decidida a ponerle empeño. Si bien, había algo que Marie Kanker odiaba mucho, era sentirse fuera de control en alguna situación, y esta en particular, ya la tenía muy hostigada. Jamás en su vida, ni con Edd, se había preparado tanto para comprender una simple emoción que da muchos problemas a la mayoría. 

Sí, damas y caballeros, hablamos de esa que tiene forma de trasero cortado en punta.

En otra parte del vecindario, el hijo de una familia de granjeros daba de comer a sus animales como cada mañana y se preparaba para partir. Su vida era más bien rutinaria, pero eso lo hacía más que feliz. Para él, era un orgullo ser pariente y heredero de gente tan humilde y sencilla.

Razón v/s FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora