La serie de calles desiertas comenzaban a verse familiares.
Pero mejor aún, la rubia artificial sentada en el cordón de la vereda también comenzaba a verse así.-Hola Dainan-
-Hola Alice- la saludé y me senté junto a ella.
Alice me sonrió.
-¿Te importa si te apodo Dain?-
Eso logró sorprenderme.
-Ese apodo me gusta, y nadie me llama así, tú serás la única que se va a referir a mí por ese seudónimo-
-¡Genial!-
Mire hacia el cielo.
-Creo que a tí tampoco te importará si te llamo Lice, ¿Cierto?-
-¡Qué lindo apodo! Nadie se refiere a mí de esa manera, tú serás el único-
-¡Grandioso!- exclamé.
Volví a mirar a Alice. Se veía tan preciosa, igual que en los anteriores días.
-¿En qué cosa pensabas esta noche?-
Alice lo meditó unos segundos.
-Yo pensaba en... la madurez-
Eso no lo veía venir.
-¿Pero por qué pensabas en la madurez?- pregunté.
Ella respiró profundo.
-Porque siento que soy tan lenta madurando mentalmente. Debe ser por la edad, ¿No es así? A los 22 años nadie pretende madurar del todo...-
Negué con la cabeza.
-"Equivocado está aquel, que relaciona edad con madurez"-
Alice abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró.
-Es una frase de Matías Gonzalo- comenté.
Ella apoyó sus manos en las rodillas.
-¿Tú qué haces cuando no te sientes lo suficientemente maduro, Dian?-
Tomé su mano y la levanté para señalar el cielo.
-Solo miro las estrellas...-
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Mirada Hacia Las Estrellas
Historia CortaUna pequeña historia Ideal para las noches llenas de melancolía y esperanza. Sugerencia: Leer esta historia en un lugar cómodo, calentito y silencioso. Nota: Es muy importante que esta historia sea leída de noche; a esas horas ocurre la magia...