3- Madurez en las estrellas.

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La serie de calles desiertas comenzaban a verse familiares.
Pero mejor aún, la rubia artificial sentada en el cordón de la vereda también comenzaba a verse así.

-Hola Dainan-

-Hola Alice- la saludé y me senté junto a ella.

Alice me sonrió.

-¿Te importa si te apodo Dain?-

Eso logró sorprenderme.

-Ese apodo me gusta, y nadie me llama así, tú serás la única que se va a referir a mí por ese seudónimo-

-¡Genial!-

Mire hacia el cielo.

-Creo que a tí tampoco te importará si te llamo Lice, ¿Cierto?-

-¡Qué lindo apodo! Nadie se refiere a mí de esa manera, tú serás el único-

-¡Grandioso!- exclamé.

Volví a mirar a Alice. Se veía tan preciosa, igual que en los anteriores días.

-¿En qué cosa pensabas esta noche?-

Alice lo meditó unos segundos.

-Yo pensaba en... la madurez-

Eso no lo veía venir.

-¿Pero por qué pensabas en la madurez?- pregunté.

Ella respiró profundo.

-Porque siento que soy tan lenta madurando mentalmente. Debe ser por la edad, ¿No es así? A los 22 años nadie pretende madurar del todo...-

Negué con la cabeza.

-"Equivocado está aquel, que relaciona edad con madurez"-

Alice abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró.

-Es una frase de Matías Gonzalo- comenté.

Ella apoyó sus manos en las rodillas.

-¿Tú qué haces cuando no te sientes lo suficientemente maduro, Dian?-

Tomé su mano y la levanté para señalar el cielo.

-Solo miro las estrellas...-

Mirada Hacia Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora