Muerta

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Elsa

Oscuridad.

Ese es el único recuerdo que tengo desde que me trajeron a este mugroso lugar.

La comida que Jack me había "obsequiado" había alcanzado su putrefacción y me había visto obligada a comerlas así para sobrevivir.

Desde que estoy en este lugar me he sentido, sola, con miedo, abandonada por mi familia, ¿A caso no me extrañaban? ¿Por qué Andy tardaba tanto en encontrarme? Necesitaba irme de ese lugar, ya no podía soportar aquella inmundicia.

El frio de las noches y el vapor de las tardes estaban haciendo estragos en mi cuerpo, sin contar las cicatrices que el alambre de púas me había hecho, estaba segura de que estaban infectadas. Pero a nadie le importaba lo mal que me sentía, solamente era yo contra todo esto, no contaba con nadie, ni siquiera con Mérida, no la había visto en días. Casi extrañaba su parloteo.

Presentía que el encierro me estaba enloqueciendo así que para mantener la cordura repetía los diálogos de los libros que una vez leí en mí habitación. En especial uno de mis libros favoritos que trataba de una mujer divorciada que se enamora de su cuñado.

¡Jack! ¡¿Podrías dejar de ser un completo imbécil y dejar ese teléfono de una maldita vez?! Estamos aquí por algo que tú pediste y parece que ni siquiera eso te importa — repetí el dialogo con mucha convicción, sentía que encajaba con el personaje... además del maldito nombre del protagonista.

— ¿De qué hablas? — escuché su voz mientras entraba a la habitación, parecía divertido con mi pequeño circo de hablar sola.

— No hablaba contigo, idiota — espeté.

Alzó una ceja y sonrió burlonamente — Dulzura, soy el único Jack en la casa.

Hice una mueca de asco — No me llames dulzura.

Se encogió de hombros — Como sea — se adentró a la habitación — ¿Has disfrutado la comida? — preguntó socarronamente.

— Púdrete. No necesito tu caridad — escupí desdeñosamente sintiendo rabia con solo escuchar su maldito acento ruso y su mera presencia hacía que sintiera nauseas, un tipo como él merece estar en lo más profundo del infierno y estoy segura de que cuando me encuentren este maldito imbécil, caerá hasta el fondo y me reiré en su cara cuando esté mugriento y con hambre, cuando pida ayuda le escupiré en su maldito rostro por todo lo que ha hecho.

— ¿Podrías dejar de respirar así de pesado? Interrumpes mi concentración — se encogió de hombros — Si no necesitaras mi "caridad" no te habrías acabado la mitad de lo que traje.

— ¡Todo eso está podrido! No he bebido agua en una maldita semana — le reproché.

— Tranquila, beberás el agua que quieras cuando tu padre envié el dinero para tu rescate, perra — sonrió — ¿Sabes? Empiezo a creer que nadie extraña tu pobre presencia, porque con lo que a tu prima concierne, su padre ya envió parte de lo requerido para soltarla, mientras de los tuyos no he visto ni siquiera un brillante centavo.

Un hueco se abrió en mi pecho.

¿No habían enviado dinero aún? ¿Es que acaso estaba predestinada a morir en las manos de esta bestia? ¿Sin la ayuda de nadie?

— El protocolo normal sería aniquilarte lentamente como castigo para tus padres — sonrió de manera malévola, mi sentido de alarma empezó a sonar dentro de mí — Pero como soy un ser piadoso y bondadoso, les daré una oportunidad más — se encogió de hombros restándole importancia, como si esto fuera de alguna manera especial — Siéntete afortunada, no hago esto muy seguido.

MURDERSWhere stories live. Discover now