Prologo

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Querido Diario:

Hoy debió haber sido uno de los mejores días de mi vida. En vez de eso, fue el peor. Aún sigo contemplando el asesinato de dos personas. De hecho, ni siquiera merecen ser llamados personas. El sólo pensar sobre lo que pasó hace un rato hace que me sienta enferma del estómago. No puedo creerlo. Nunca lo olvidaré.

Esto es lo que pasó…

Había estado teniendo un gran momento en la última fiesta de verano de John Sanders. Tenía una sonrisa en mi rostro y a mi mejor amiga a mi lado; fue la mejor noche que cualquier persona de dieciocho años pudiera pedir. Sin embargo, en el fondo de mi mente, la idea de no ver a todas las personas con las que prácticamente crecí desde la escuela primaria, estaba formando silenciosamente un agujero en mi corazón. Era deprimente pensar en irnos a la universidad en de las próximas semanas. Era un hecho que no iba a ver a la mayoría de estas personas de nuevo.

La ciudad en la que vivía, justo en las afueras de los límites de la ciudad de Houston, era genial para crecer en ella, pero la mayoría de la gente nunca se quedaba a menos que volvieran para formar una familia.

Estaba en la fiesta con mi mejor amiga Patricia, pero nadie se atrevía a llamarla por su nombre real sin obtener una bofetada. Era Trish u otro.

Hemos sido amigas desde que teníamos cuatro años, y éramos como hermanas. 

De hecho, éramos más cercanas que hermanas; podíamos terminar las frases de la otra. Éramos compañeras de crímenes, a pesar de que yo era por lo general sólo el accesorio de dicho crimen. Trish estaba absolutamente loca y totalmente caliente en su propia genial y fantástica manera. 

Los chicos la amaban y ella los amaba a ellos, pero en su mayor parte, sólo jugaba con ellos.

—La vida es muy corta como para conformarse sólo con uno —decía siempre. Era hermosa y tenía la figura por la que todas las chicas matarían; pechos grandes, cintura delgada y bonita, y un redondo y levantado trasero. También tenía increíbles ojos color café chocolate oscuro que hacían juego con su cabello largo y color café chocolate. Afortunadamente para ella, también tenía la personalidad para respaldarse. Era como un petardo. Encima de todo eso, era un genio; literalmente, ¡un genio!

Luego estaba Justin; Biebs, como sólo yo lo llamaba. Era el típico mariscal de la secundaria y el chico más popular de la escuela. También estaba en la fiesta, pero lo perdí en algún lugar entre el ping pong con cerveza con el equipo de béisbol y el puesto del barril con el equipo de fútbol.

Sólo pensar en él traía una sonrisa a mi rostro. No importaba cuán popular fuera, no era el clásico idiota cliché. Significaba todo para mí. Comenzamos a salir en segundo año y fue mi primer amor en todo el sentido de la palabra. Cuando vi por primera vez a Justin Bieber caminando por el pasillo como si fuera el dueño de la escuela, pensé que era tan hermoso que daba miedo. A los dieciséis ya medía un metro y ochenta centímetros y pesaba cien kilos de músculos duros como piedras.

Sólo su rostro me dejaba sin aliento. No era bonito o hermoso; era rudamente atractivo, intimidante y demasiado sexy. Tenía una mandíbula fuerte y cuadrada y una sonrisa deslumbrante rodeada por gruesos y jugosos labios dignos de lamer. Tenía cabello corto, puntiagudo y castaño claro y ojos color ámbar tan vibrantes que era como mirar dentro de un tarro de miel. Cada vez que sus ojos encontraban los míos quedaba hipnotizada; atrapada como una abeja por la miel. Ayudaba que sus ojos estuvieran perfilados por largas y gruesas pestañas negras.

Sólo sus brazos debían estar listados como armas letales con la policía local y sabía esto a ciencia cierta porque él constantemente estaba peleando. Por supuesto, las peleas siempre eran en “mi honor”, pero para mí, esa era una excusa tonta. Era fuerte y excesivamente musculado para su edad, y me encantaba ser envuelta por sus brazos. Me hacía sentir segura.

______, ηєηαDonde viven las historias. Descúbrelo ahora