Fue en el estacionamiento cuando ocurrió.
No me podía mover. Por favor, déjame estar imaginando cosas. Por favor, por favor, por favor, sólo déjame estar deshidratada y alucinando. La vida no podía ser tan mala, ¿no? Ryan estaba buscando a tientas las llaves en el bolsillo, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que me había quedado atrás. Estaba llevando a Layla ahora.
—Cariño, ¿estás bien? No te ves muy bien —preguntó Ryan, pero no podía hablar. No había palabras. ¡Estaba llevando a Layla!
Qué si ella… no, no, no, ¡ella es demasiado estúpida! No sabe sumar dos y dos, ¿verdad?
¡Ugh!
¿Por qué diablos se dirigía a nuestra dirección? No se atrevería a decirme una palabra, ¿verdad? Tan pronto como me hice esa pregunta escuché una estridente y feliz voz decir—: ¿Ryan?
¿Qué mier…?
¡Mis ojos se giraron para ver a Ryan enfrentar ahora a la Perra-Del-Infierno que casi arruina mi vida!
—Oye, Dest, ¿cómo estás? —preguntó Ryan pasando un brazo por sus hombros para darle un medio abrazo. Jadeé en voz alta. Literalmente tuve que aspirar el aire en mi boca para respirar.
¿Estás jodidamente bromeando?
Ryan se volvió hacia mí y su brazo cayó lejos de “Dest”.
—_______, ¿qué es lo que te pasa? Me estás preocupando. —Ryan sonaba genuinamente interesado. No quería ni siquiera mirar hacia él. Me gustaría tratar con él más tarde. No podía hacer más que mirar a “Dest”.
Cuando me vio, sonrió. —Hola _____, mucho tiempo sin verte, ¿eh?
¡Oh no, no lo hizo! ¡Qué zorra! ¡Quería machacar su cara pero no podía! Me obligué a morderme la lengua.
—¿Ustedes dos se conocen? —preguntó Ryan con curiosidad mirando entre nosotras. ¡Infiernos-que-sí-que-la-conozco! ¡Perra!
Continué ignorándolo. ¿Qué podía decir? Tenía a Layla en mis brazos y lo último que quería era que Destiny la viera. Por suerte, ella ni siquiera había mirado hacia Layla.
—Mamá, ¿quién es? —preguntó Layla—. Su voz suena divertida —añadió en su versión silenciosa de cinco años. Adoraba la brutal honestidad de los niños.
Cuando un ceño apareció en la cara de Destiny y sus ojos rápidamente se movieron hacia Layla, supe que la había escuchado.
Oh, hombre.
Traté de girar mi cuerpo en un esfuerzo por ocultar a la niña que era la viva imagen de Justin, pero no importó.
Layla y su traje rosa de frufrú sobresalía como un pulgar dolorido. Por no hablar de que ya era alta para su edad, igual que su padre. Cuando la cabeza de Destiny se inclinó hacia un lado supe que la estaba estudiando, atentamente. Sentí mi estómago enfermo.
—Oye, Dest —llamó Ryan, interrumpiendo mis pensamientos—. Saluda a Anthony de mi parte, ¿vale? _____ y yo tenemos que estar en un lugar en este momento. —Cuando Ryan habló Destiny no lo miró.
Sus ojos golpearon los míos.
—Claro, Ryan, lo haré —respondió ella, y en un abrir y cerrar de ojos, su ceño se convirtió en una sonrisa, una malvada y maliciosa pequeña sonrisa.
Su declaración no era para Ryan, era para mí.
¡Mierda!
—_____, estás empezando a preocuparme. ¿Qué demonios está pasando? —preguntó Ryan. Rápidamente me di la vuelta y caminé hacia su jeep. Abrí la puerta de atrás y abroché a Layla en su sitio mientras Ryan buscaba una emisora en la radio. Hablé con Layla lo suficientemente fuerte como para que Ryan escuchara…