»Capítulo 10«

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   SAMANTHA

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   SAMANTHA

Llegar a casa y observar la soledad de la misma me acribillaba el corazón. Dejé la cartera en el suelo, sin importarme nada, y me encaminé a las escaleras, pero me detuve en la primera para observar en dirección a la entrada.

Un recuerdo flotó a través de mi cabeza y sonreí, sintiendo una lágrima recorrerme la mejilla.

—Dime algo en italiano —pidió él, estacionando el auto frente a una casa que en ese momento desconocía.

—Mm —lo pensé, mirando hacia el techo—. Sei l'amore della mia vita.

—Ese acento te queda mucho más sexy que el portugués —murmuró, calentando mis mejillas—. ¿Traducción, por favor?

—Eres el amor de mi vida —hablé y él sonrió, mostrándome los dientes.

—Yo también sé decir algo en italiano, pero debes acompañarme primero —pidió él, bajándose del auto para abrir mi puerta—. Venga, señorita.

Acepté su mano y salí del auto. Él me acorraló con cuidado contra el mismo y solté una risita nerviosa, llevando mi mano temblorosa a su pecho.

—Benvenuto nella nostra casa, amore mio —habló en un torpe acento italiano, señalando la casa tras de sí y yo alcé las cejas ante la sorpresa cuando entendí.

Acababa de darme la bienvenida a nuestra casa. ¿En qué momento organizó todo eso?

Sacudió las llaves en mis narices, haciendo gestos insinuantes con las cejas. Se las arrebaté, riendo de felicidad y abrí la puerta por primera vez.

Él me alzó por la cintura y yo chillé por la sorpresa, pero terminé riendo cuando me regaló besos tronados en la mejilla.

Ni siquiera observé en ese momento la casa. Me giré en mis talones y enrosqué mis brazos en su cuello, perdiéndome en la marea gris de su mirada antes de chocar, con muy poca delicadeza, mis labios sobre los suyos.

Volví a tierra cuando aquel recuerdo se esfumó de mi cabeza. Limpié mi mejilla, continuando mi camino a la habitación. Abrí la puerta y dejé de respirar, observando aquella cama vacía en la que dormí.

Me senté sobre el colchón y tomé su almohada, llevándola a mi pecho para abrazarla. Enterré mi rostro en la misma, aspirando el olor de su champú.

Los recuerdos me sacudían el corazón. La primera vez que lo vi en la universidad, aquella vez en la biblioteca, cuando me regaló el libro que leíamos, nuestras citas, su graduación y la mía. Esta casa está plagada de recuerdos y si él se iba... me comerían viva.

De eso no tenía dudas.

De eso no tenía dudas

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Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora